Corriendo junto a Saunio en la
turbia luz del crepúsculo, poco faltó para que Gerión se diera de bruces con
Anglea cuando ésta salió a su encuentro con la honda en la mano y los ojos tan
brillantes que parecían transparentar una luz encendida en su interior. El guerrero
sintió una trepidación instantánea en el pecho y un intenso alivio, pero no
acertó a decir otra cosa que el nombre de la íbera antes de apresurarse para
alcanzar de nuevo a su amigo.
Avanzaron
hasta que el reflejo sinuoso de las antorchas en un frente de escudos de bronce
les señaló la presencia de los soldados púnicos cerrando la calle de lado a
lado. Gerión cayó en la cuenta de que no había recuperado la jabalina que
arrojara al guardián del patio de la ciudadela, y se hizo a un lado para dejar
expedito el campo de tiro a los que le seguían.
Para conocer los libros de la Trilogía de Aníbal:
El cáliz de Melqart (Premio Hislibris Mejor Novela Histórica Española 2014)
La cólera de Aníbal (Premio Hislibris Mejor Autor Español de Novela Histórica 2019)
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