En 2013 el yacimiento arqueológico de Cástulo dio a la luz una pieza de gran tamaño y factura realmente extraordinaria: representaba un león íbero de gran realismo, con las guedejas de la melena cuidadosamente trabajadas, las fauces entreabiertas y las garras delanteras sujetando la cabeza de un hombre sometido. Tan pronto como se exhibió al público en el museo arqueológico de Linares fui a verla y quedé admirado. Desde entonces la he considerado una obra maestra, y no podía faltar en mi colección de dibujos arqueológicos, en especial por su valor para jalonar mi periplo tras las huellas de Aníbal.