Las estrellas de la exposición fueron los extraordinarios rostros tartésicos descubiertos en el yacimiento de Las casas del Turuñuelo en Guareña (Badajoz). Los visitantes se hacían―nos hacíamos―selfies frente a ellos como si se tratara de las celebrities del momento. Y es que lo son: por sí solos merecieron una resonante rueda de prensa de los investigadores del CSIC y fueron portada en publicaciones de todo el mundo. A su alrededor chisporroteaba una excitada efervescencia entre los visitantes. Nosotros no escapamos a ello. Fue emocionante verlos por fin ante nuestros ojos, observarlos desde todos los ángulos; nos conmovió su serenidad, su suave sonrisa en los labios impecablemente perfilados, las narices esbeltas, los ojos rasgados con una eternidad de horizontes ignotos impresa en ellos.
Creo que un día se considerará a estos rostros como un icono o un símbolo; algo así como las Giocondas de la Antigüedad.