domingo, 19 de febrero de 2023

UNA MINA AL SERVICIO DE QART HADASHT (Galería de imágenes de la TRILOGÍA DE ANÍBAL XXXIV)

 


El cáliz de Melqart arranca con una escena muy singular. Dos hombres con aspecto y atuendo fenicio contemplan los trabajos de explotación de una mina fluvial en un paraje agreste. Es el punto de partida de una cadena de acontecimientos que van a dar un vuelco impredecible a la situación de Ispania. Como siempre, Sandra Delgado la ha recreado con un timbre artístico deslumbrante, marcado por el contraste de la sombra y el resplandor de la luz del ocaso, y la minuciosa reconstrucción de los personajes y los objetos de aquella época. Con Sandra Delgado, la Ispania fenicia y púnica, y mis propias novelas, cobran vida delante de nuestros ojos. 

Malco trazó un arco con el brazo extendido, invitando a Adonibaal a contemplar la actividad que transcurría a su alrededor.

Se encontraban en la ribera arenosa del río, que en ese punto tenía una anchura de unos ochenta pasos y un caudal aún abundante y bravío; eran tierras en las que el verano se demoraba en llegar. En el centro de la corriente se sucedía una secuencia de islotes alargados, cubiertos de vegetación. Los dos más próximos estaban siendo desmontados por un gran número de trabajadores, vestidos únicamente con andrajos y taparrabos, cuya condición de esclavos la evidenciaban las cadenas ceñidas con grilletes a sus tobillos. Vigilados por guardias y capataces, urgidos por gritos y golpes de látigo, extraían capachos de arena oscura que era después transportada hasta la orilla en barcas formadas por piezas de cuero cosidas entre sí. En la ribera la arena pasaba a un sistema de cedazos móviles alimentados por un canal derivado del río, donde otro contingente de esclavos la cribaba minuciosamente.

-¿Qué te parece? –interrogó Malco, de buen humor- Aquí donde le ves, tu amigo Malco ha convertido esta mina en una de las más productivas de toda la costa de las Cassitérides.

Para conocer los libros de la Trilogía de Aníbal:

martes, 7 de febrero de 2023

EL MUNDO ROMANO DE ULPIANO CHECA (en Colmenar de Oreja, a 60 km de Madrid)


Es increíble la cantidad de sorpresas que siguen deparándonos los pueblos de la Comunidad de Madrid, por muchos años que llevemos recorriéndolos. Resulta que Ulpiano Checa, uno de los más cotizados pintores españoles de finales del siglo XIX y principios del XX, fue natural de Colmenar de Oreja, y nunca perdió el contacto con sus raíces, por mucho que su carrera le llevara por otros derroteros. Murió en 1919 y sus restos fueron traídos a su pueblo natal. Y, allá por 1950, al equipo municipal del momento se le ocurrió crear en su memoria un museo que abrió sus puertas en 1960, con veinte obras cedidos por Carmen y Felipe, hijos del pintor. Desde entonces, a través de adquisiciones, depósitos y donaciones de instituciones y particulares, el MUCH no ha dejado de ampliar su colección. 

Todo esto nos lo cuenta Natalia, la amabilísima colmenareta que recibe a los visitantes en la Casa de los Siete Patios, la sede del museo: «Tenemos depósitos de la Comunidad de Madrid, del Prado y hasta del Thyssen -nos cuenta-. “El crepúsculo”, una de las últimas obras expuestas, fue el pago de una productora que rodó en el museo».

El museo es magnífico; muy pocos municipios pueden presumir de tener uno que brille a este nivel, con tanta obra de calidad y tan bien expuesta. Todas las salas merecen la pena, pero se me disculpará que destaque por encima de todas las dos dedicadas al mundo romano. Checa leyó las grandes novelas de romanos del momento («Los últimos días de Pompeya», de Bulwer-Lytton, «Ben-Hur», de Wallace y «Quo Vadis?», de Sienkiewicz) y quedó fascinado. Comenzó a pintar cuadros inspirados en ellas y causó un enorme impacto, ganando diversas medallas en los salones de pinturas de la época y plasmando el concepto visual del mundo romano, que más tarde habría de trasladarse a las adaptaciones teatrales y cinematográficas de aquellas grandes novelas.  

El museo da a conocer una espléndida muestra de todo ello, con obras tan impactantes como «La invasión de los bárbaros», «La ninfa Egeria dicta a Numa Pompilio las leyes de Roma», «La naumaquia», «La carrera de carros» o «Los últimos días de Pompeya“, la obra de gran formato que ganó la medalla de oro en la Exposición Universal de París de 1900 y que sigue dejando al visitante sin respiración. 

De verdad, no os lo perdáis. Tenéis el mundo romano de Ulpiano Checa a un tiro de piedra. Colmenar de Oreja está a 60 km de Madrid y, además de una plaza mayor espectacular y variados encantos históricos y gastronómicos, cuenta con la iglesia de Santa María la Mayor, iluminada con tres frescos de gran tamaño pintados por Checa en 1897, ¡en tan solo 45 días!

[Una nota triste. El lienzo de «La invasión de los bárbaros» que exhibe el museo es una de las versiones reducidas que hizo el autor. El original, de 7 × 4 metros, medalla de oro en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid de 1887, adquirido por el Estado, se consumió en el incendio de la Universidad de Valladolid de 1939. Qué pérdida.]