El gran enfrentamiento final entre las tropas de César y las de los hijos de Pompeyo en la Hispania Ulterior tuvo lugar el 17 de marzo de 45 a. C., en un lugar próximo al oppidum de Munda. La localización sigue siendo controvertida; tradicionalmente se ha relacionado Munda con la cordobesa Montilla, situándose el campo de batalla en los Llanos de Vanda, regados por el río Carchena. Esta es la opción que yo he dado por buena, a la espera de que los arqueólogos diriman la cuestión con las técnicas modernas de teledetección, que tan buenos resultados han dado en la localización, ya sin ningún género de dudas, de escenarios de otros enfrentamientos en la zona, como el de la batalla de Baecula, acaecida casi dos siglos antes entre cartagineses y romanos, en el cerro de Las Albahacas, próximo al municipio de Santo Tomé, en Jaén.
En
el caso de Munda, a la identificación con Montilla asisten recientes
descubrimientos arqueológicos, como el glande plúmbeo de honda hallado
accidentalmente en 2023, durante unas labores agrícolas, cerca de la localidad.
Lleva inscrito en un lado el nombre de Ipsca, ciudad íbero-romana próxima a
Baena, y en el otro, las letras AR). A juicio del arqueólogo municipal del
ayuntamiento de Baena, José Antonio Morena, una figura clave para el
conocimiento de otros yacimientos clave en los alrededores, como Torreparedones,
se trata de un «unicum», un objeto
sin parangón, porque «es la primera vez que se encuentra un proyectil de plomo
con el nombre de Julio César». La pieza y sus inscripciones, explicó Morena en
una comparecencia ante la prensa, «nos sugieren que se habría producido un
enfrentamiento entre cesarianos y pompeyanos en la zona de Montilla», aunque no
sea posible asegurar que se trate de la decisiva batalla de Munda.
En
todo caso, es una ubicación que encaja perfectamente con nuestro relato, más o
menos equidistante con Ulia, Úcubis, Soricaria e Ipsca, y cercano a Spalis, si
aceptamos la identificación de esta con Nueva Carteya. Supongamos, por
tanto, que fue ahí donde tuvo lugar una de las más sangrientas y decisivas
batallas de la Antigüedad. El destino de Roma y de todo el Mediterráneo
dependió de ella. Hace 2069 años, los dados del destino se lanzaron al tablero
de Munda, y cayeron del lado de Julio César, dándole una de las victorias más
importantes de su vida.
De
Munda salió César como dueño indiscutible del mundo romano; bien puede decirse
que es allí donde quedó enterrada la República romana. De la dureza del combate
y lo incierto del resultado durante largas horas, y de la implicación del
propio César, uniéndose a sus hombres en primera línea en los momentos críticos
del combate, da testimonio la frase que se le atribuye en el relato de la
batalla que hizo Plutarco: «In Farsalia pugnavi pro victoria, in Munda pro vita
mea» («En Farsalia luché por la victoria, en Munda por mi vida»).
*
Encuentro
sin dificultad el lugar en la carretera de Espejo a Nueva Carteya, entre los
mojones kilométrico 6 y 7: es un desangelado aparcadero de carretera, señalado
por cinco cipreses crecidos que parecen servir de guardia de honor a un pilar
formado por varios bloques irregulares de piedra. Aparco y me acerco para
descifrar el texto, apenas legible, de la placa que explica la razón de ser del
monumento. Dice así:
en recuerdo
de Julio César
aquí se
celebró la batalla de Munda
el 17 de marzo del año 45 a. C.
IN FARSALIA PUGNAVI PRO VICTORIA
IN MUNDA PRO VITA MEA
En
este momento, a las cinco de la tarde de un sábado ya caluroso de marzo, el
lugar no puede ser más solitario. Está rodeado por una inabarcable extensión de
olivares surcados por una línea eléctrica. Basta el trino de un pájaro para
ponerle dimensiones al silencio. Cuesta creer la enorme matanza que aquí
aconteció hace algo más de dos milenios.
Sin
embargo, el memorial tiene también sus momentos de esplendor, en los que
reclama la atención de las fuerzas vivas de la comarca y, por tanto, de los
medios de comunicación. Digo lo de las fuerzas vivas porque estas han
encontrado siempre de lo más atractivo conmemorar a las fuerzas muertas. Basta
curiosidad en Internet para encontrar algunos jugosos ejemplos de ello. Leo en Montilla
Digital que, en este mismo lugar, el 17 de marzo de 2016, la Asociación
Julio César conmemoró el 2061º aniversario de la Batalla de Munda; hay
numerosas fotografías que dan fe de lo colorido del evento. La centuria
romana de Montilla rindió honores con todos sus estandartes desplegados, y una
corona de laurel fue depositada en el monolito de manos del subdelegado del Gobierno
y de Julio Merino, un veterano periodista local.
El
subdelegado del Gobierno hizo algunas piruetas dialécticas para destacar al
mismo tiempo la importancia de aquella batalla, porque si César hubiera sido
derrotado «habría sido ejecutado aquí mismo, y Roma no hubiera sido nunca un
imperio y habría continuado como la República que era», y entonar un canto
políticamente correcto a la reconciliación, defendiendo la importancia de «rendir
honor a los caídos […] sin distinción de bandos», ya que en la batalla perecieron
«muchísimos cordobeses». ¡Toma ya! Impresionante profesión de fe romano-cordobesa.
Hay que ver lo necesitados que estamos de identidad como para construirla sobre
pilares (o monolitos) tan remotos y azarosos.
Por
su parte, Julio Merino hizo su propia elegía de la batalla que «cambiaría para
siempre la historia del mundo», y aprovechó para tratar de impulsar el proyecto
concebido por él para crear una Ruta de la Batalla de Munda, mediante la
creación, ni más ni menos, de cinco museos en torno a un obelisco de veinticinco
metros de altura, y un parque temático romano con «hipódromo, parque infantil,
circo, anfiteatro, zoológico, foro y templo». Las cosas―esto lo digo yo―, o se
hacen bien, o no se hacen. Por fortuna, Merino explicó que había conseguido
interesar en el proyecto a un grupo inversor chino, dispuesto a poner los mil
millones de euros del proyecto. ¡Mil millones, casi nada!