Tal vez por el hecho de estar confinada a menudo en museos fuera del circuito de las grandes instituciones museísticas de referencia, creo que se ha subestimado sistemáticamente el valor artístico de la estatuaria ibérica, más allá de un reducido número de piezas icónicas, como la Dama de Elche. Basta visitar los tesoros que contiene el museo de Albacete para tomar conciencia de ello. Piezas como los llamados caballeros hallados en la necrópolis de Los Villares, en Hoya Gonzalo, son un perfecto ejemplo. Combinan las tradiciones griega y oriental en figuras de impactante expresividad, con una inconfundible identidad propia. Me encantaría ver un día una estatua íbera como esta en el museo del Prado.
Aunque, pensándolo mejor, es preferible viajar a Albacete para verla. Bien lo
merece.