La Neue Nationalgalerie está
alojada en uno de los más icónicos edificios de Mies van der Rohe, un
transparente cuadrilátero de hierro y acero, a orillas del berlinés Landwehrcanal.
Su colección permanente
lleva por título The Art of Society, y
cubre el periodo 1900-1945, con el propósito de mostrar la inextricable
relación entre el arte y los cambios dramáticos que vivió la sociedad europea y
alemana en aquellas décadas terribles.
La primera impresión que
produce es la de un pavoroso relato de muerte, barbarie, guerra y revolución.
La sombra del nazismo y el militarismo, con su espantosa inhumanidad y su furor
destructivo, sobrevuela una gran parte de las obras que le gritan su angustia
al visitante. Sobrecoge pensar que estamos en el epicentro de aquel
horror, en una ciudad que se consumió en su propia hoguera, que fue demolida hasta
los cimientos en castigo por el mal que la habitó.
Pero, como por milagro, otro
mensaje se abre camino entre los escombros. Más fuerte aún que el espanto es la
determinación de los artistas perseguidos de expresarse, de ser libres, de
mantener la esperanza, de luchar por un mundo en el que nadie pueda impunemente
erigirse en dueño de la vida y la muerte de los demás. Donde el genio del
espíritu humano y la libertad de expresión se impongan al miedo, la coacción y
la censura.
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