Aprovecho agosto para seguir con mi empeño de conocer y dar a conocer nuestro a menudo ignorado patrimonio arqueológico, sobre todo el de aquellos lugares que quedan fuera del radar de las guías turísticas. También la litoral pero, sobre todo, la España interior está llena de ellos.
Es el caso de Roa de Duero, famosa por haber muerto en ella el Cardenal Cisneros en 1517, de muerte natural, y Juan Martín El Empecinado en 1825, ajusticiado por orden de Fernando VII. Desde entonces la ciudad no ha hecho sino buscar formas de revertir el declive económico y demográfico. Una de las iniciativas felices del ayuntamiento raudense fue la creación, hace ya algunos años, de un Centro Arqueológico que honrara a la ciudad que dio origen a su gentilicio: la Rauda primero vaccea y después romana, situada en esa autopista de la Antigüedad que fue la vía Clunia - Asturica Augusta.
El centro se llama, precisamente, Rauda Vaccea, y lo gestiona la entidad Paleolítico Vivo. Telefónicamente concertamos una cita con Rocío, la guía que nos mostraría el lugar como únicos visitantes del día.
Es un espacio realmente singular. En él se reproducen viviendas del Neolítico, de la Edad del Hierro vaccea y de época romana, en un amplio recinto que se recorre, siguiendo los pasos y las explicaciones de Rocío, como un itinerario de formas de vida y cultura material que el visitante puede experimentar de primera mano.
Así, en el Neolítico lanzamos una lanza con un propulsor y flechas con arco. Rocío produce lascas de sílex y, ya en las viviendas vacceas, nos muestra las técnicas metalúrgicas del Calcolítico y la forma de hacer fuego arrancando con un eslabón de hierro brillantes chispas de una pieza de sílex. Vemos también cómo se manejaban los molinos de mano, siempre a cargo de las mujeres, claro está, como los patrones de desgaste óseo en los huesos humanos hallados se han encargado de demostrar. En una pared de la casa se apoyan aperos de labranza, como horcas y rastrillos, igualitos que los que mis propios abuelos utilizaron hasta hace no tanto tiempo en el cercano Fuentemolinos.
Vemos una reproducción del estilizado lobo que se ha convertido en el motivo icónico de la Rauda vaccea. El animal muerde un pan y, junto con una pareja gemela, fue hallado decorando, a modo de protectores de su contenido, el llamado Vaso de los Lobos. Y es que el cereal es un sagrado recurso vital por estos andurriales castellanos, entonces y ahora.
La visita concluye con una sorprendente villa romana en la que se han recreado distintos espacios. En ella se atisba la ciudad que prosperó en este imponente promontorio sobre el Duero tras el incendio de la ciudad vaccea a manos del ejército pompeyano en aquella terrible contienda civil hispana que fueron las guerras sertorianas.
Tras pasar por el pequeño museo del centro, nos marchamos agradeciendo a Rocío la visita. Ojalá la próxima vez que vengamos no seamos los únicos visitantes. Sirva este post como nuestro granito de arena para ello.
Gracias amigo, fascinante... Y tú de arquero!! Salud
ResponderEliminar¡Efectivamente, amigo! Era un mensaje para iniciados...
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