viernes, 29 de mayo de 2009
El pacífico territorio de las palabras
Es una forma un tanto atropellada de comenzar un blog. Después de años soñando con ello, de pronto parece imposible que la primera novela sea una realidad. Es como si un fragmento de uno mismo quedara a disposición de quien quiera apropiarse de él en el estante de un librería o en la página de un catálogo virtual. Pero ahí está El heredero de Tartessos, esperando a sus lectores para cerrar el círculo mágico de la literatura. Pongo en marcha este blog porque me encantaría que mi trabajo de los últimos años diera pie a entablar conversaciones con mis amigos de siempre y, en especial, con personas que aún desconozco. No pretendo que esto sea una declaración de intenciones, ni una vitrina fosilizada donde intercambiar monólogos. Sencillamente me gustaría poder compartir las cosas que me importan con quienes tengan algo que compartir conmigo, con nosotros. Sencillamente me gustaría que nos permitamos el lujo de habitar juntos el pacífico territorio de las palabras. Es un ejercicio de libertad. Mía. Y vuestra.
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Es un placer usar la palabra para el encuentro, Arturo.
ResponderEliminarCuenta con la mía.
un abrazo,
Miguel Aguado
(*) Es un placer ser el primero en contestarte.
Pasito a pasito, los canallas de Covarrubias vamos dejando huellitas por el mundo. O grandes huellas, porque este libro tiene pinta de dejar una gran huella. Mil besos. Y bienvenido al bloggerismo.
ResponderEliminarHemos pasado un día memorable. "Por este orden" (esa expresión tan tuya): buenos amigos, los firmes primeros pasos de tu novela, el oasis del Retiro, comida en familia... Un hito en nuestro corazones intrépidos aglutinados esta vez por tu palabra sólida.
ResponderEliminarBesos.
Los Castelló Coly.
Muchas gracias, amigos míos. Claro que dejamos huella, sobre todo los unos a los otros, y claro que fue un día memorable, gracias a todos los que quisisteis venir a compartirlo. Os quiero, por este orden, os quiero.
ResponderEliminarBesos,
Arturo