viernes, 20 de mayo de 2022

LA HOSPITALIDAD DE LOS CELTÍBEROS (Galería de imágenes de la Trilogía de Aníbal XXXII)

 


Las téseras eran un medio muy común de expresar los pactos de hospitalidad y amistad en el mundo celtibérico. Cada una de las dos partes obligadas por el pacto conservaba la mitad de una figurilla zoomorfa, típicamente de bronce, con una inscripción alusiva. 

Esta tradición está presente en una animada escena de El heredero de Tartessos, recreada en esta ilustración por Sandra Delgado. Imaginemos las calles de la ciudad oretana de Arecorata al caer la tarde, con la bullicio de los artesanos y los comerciantes ofreciendo sus mercancías y las conversaciones de quienes regresan a casa después de la jornada en los campos, aún con los aperos al hombro. En una plazuela aneja a la calle principal se agrupan varios talleres de alfarería. Es el lugar que buscaban los recién llegados guerreros de Hélike; un lugar al que siempre me gusta regresar.

- ¡Padre –gritó-, viene gente extraña!

          Un momento después, en el umbral del portalón de la que parecía ser la casa principal, apareció un hombre alto y enjuto, con larga coleta y una poblada barba de color rojo violento. Vestía tan solo un mandil de cuero y calzas de lana, y llevaba las manos cubiertas de arcilla húmeda. Era notorio que el aviso del niño le había apartado de su tarea, y parecía irritado por ello.

          - ¿Quién...?, ¡por todos los dioses, pero si es el bribón de Tesindro!

          Sin esperar respuesta, el hombre se dio la vuelta y entró de nuevo en la casa. No tardó en volver, llevando en la mano un pequeño objeto de bronce con forma de U, con letras grabadas en una de sus caras.

          - Tesindro de Cirmo –dijo deteniéndose frente al grupo con expresión inescrutable-. Si los dioses no se han apiadado de mí y una vez más vienes a abusar de mi hospitalidad, a vaciar mi bodega y diezmar mis corrales, más vale que traigas tu parte...

          Tesindro colocó en el suelo el hatillo que llevaba a la espalda y, tras hurgar en él unos instantes, extrajo una pieza similar a la que le mostraba el hombre.

          - Kintortes de Arecorata –dijo-, no es tu vino aguado ni las famélicas ovejas de tu corral lo que me invita a venir a verte de vez en cuando, sino la exquisita cortesía de tus recibimientos.

          Ante la mirada sorprendida y expectante de los demás, los dos hombres unieron las dos piezas de la tésera, que encajaron con una precisión extraordinaria formando un texto:

          “Tesindro Cirmo: Car  Kintortes Arecorata: Car”. 

Tesindro de la ciudad de Cirmo, Kintortes de la ciudad de Arecorata. 

La expresión tradicional de hospitalidad entre los celtíberos. Entonces ambos comenzaron a reír ruidosamente, dándose grandes palmadas en la espalda y alzando grandes voces.

          - ¡Me alegro de verte, viejo amigo!

          - ¡Y yo a ti, Tesindro! Y... ¿quiénes son todos estos?

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