Merece la pena una visita a la exposición "Lusitania romana. Origen de dos pueblos", en el Museo Arqueológico Nacional hasta el 16 de octubre próximo, a pesar de estar muy sesgada hacia la epigrafía y estatuaria propiamente romana, con muy pocas referencias al sustrato indígena lusitano, más allá del culto que pervivió a dioses locales como Ataecina o Endovélico. Es de agradecer la importante contribución de nuestros vecinos portugueses a la muestra.
Me gustaron especialmente piezas como un exquisito vaso de ágata hallado en Mérida, la placa de bronce que establecía el régimen jurídico del distrito minero de Vipasca o la lápida funeraria de Q. Aponius Rusticus, orgulloso médico oculista. Y lo mejor para mí, sin duda, la estatua de guerrero galaico de Outeiro Lesenho (Boticas, Vila Real), que reproduce con exactitud la descripción que hizo Estrabón de los guerreros lusitanos ("Dicen de los lusitanos [...] tienen un escudo pequeño de dos pies de diámetro cóncavo en la parte delantera y suspendido por correas [...] llevan un puñal o una navaja. La mayoría usa cotas de lino". El guerrero de granito, tosco y solemne, con esa enigmática expresión de sorpresa, bien pudo servir de modelo al geógrafo griego. No pude resistirme a dibujarlo.
Fantástica reseña, como siempre.
ResponderEliminarGracias, maestro.
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