Fuimos, como todos los años, a dejarnos sacudir por esa inyección de creatividad, espectáculo y provocación que ofrece ARCO. Siempre me resulta una experiencia estimulante. Salgo en un estado de inquieta exaltación y compruebo que ha tenido lugar alguna transformación en mi mirada. Durante un largo tiempo después no soy capaz de ver las cosas como antes de entrar en los pabellones del IFEMA. Hermoso o turbio, fructífero o extraviado, deliberado o azaroso, el mundo toma la apariencia de una obra de arte. La vida parece refulgir con alguna nueva dimensión que la hace más afilada. Más intensa.
Como pintora aficionada y amante del arte te agradezco que nos traigas estas obras maravillosas, mas ahora que vivo en un país (Argelia) donde es difícil encontrar nada parecido.
ResponderEliminarGrandísima selección. Qué envidia. Tienes buen gusto, amigo...
ResponderEliminar¡Gracias, Arturo!
ResponderEliminarUn placer, Ninalla. Vaya, en Argelia. He ido un par de veces y, desde luego, nada comparable. Me gustó Oran, con la fortaleza de Santa Cruz dominando la bahía.
ResponderEliminarGracias, Iñigo. En estas cuestiones me dejo guiar por Ángela, mi mujer, historiadora del arte, porque lo que es un servidor...
ResponderEliminar¡Hola Marmotarroja! Estuvo genial la presentación de la exposición el otro día en Hislibris, una ocasión memorable. Enhorabuena.
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