El anillo de Giges es un homenaje a Valle-Inclán y a J. R. R. Tolkien y a la tradición del anillo iniciada por este pastor tracio, si hemos de creer a Platón. El autor, al centrarse en Las peregrinaciones heterodoxas por Santiago, confiesa su propósito de contribuir a remitificar el Camino de Santiago, devolviendo algo de «chispa» a la exégesis un tanto triste que se nos suele proponer, y reconectando el Camino con su tradición celta y pagana.
Tras su Hijos del Trueno. Mitos y símbolos en el Camino de Santiago, prologado por Carlos García Gual, y con dos ediciones en Evohé, el autor busca alejarse de la imagen edulcorada del peregrino antiguo (y a veces del moderno) en cuanto ser piadoso y santo.
El anillo de Giges dedica una importante sección a heterodoxos y alquimistas, centrándose, entre otros, en Arnau de Vilanova, Raymundo Lulio y Nicolás Flamel, intérpretes del Cuerpo Hermético y buscadores de la Quintaesencia.
También comparecen los peregrinos olvidados, las peregrinas, pues toda mujer que peregrina es una rebelde, las beguinas de Hildegarda de Bingen, y las brujas y las hechiceras, depositarias del saber antiguo. Y otros grupos invisibilizados por la historia ejemplarizante del peregrino medieval: los chicos y jóvenes, los mendigos y los peregrinos del precariado, y los peregrinos gais.
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