sábado, 23 de abril de 2011

Escalofrío en Moscú


El domingo por la tarde, el tráfico desde el aeropuerto de Domodedovo hasta el centro de Moscú es mucho más fluido de lo habitual, y llego al hotel cuando el sol está aún suspendido sobre las cúpulas de las iglesias de la ciudad, como si estuviera sostenido por ellas. Es una belleza: en el aire helado del invierno ruso el sol brilla con una transparencia que no he visto en ningún otro lugar; se derrama sobre la ciudad como un suave metal líquido que proporciona vida a cuanto toca.

Me apresuro a salir a la calle para aprovechar el momento mágico. Cruzo la avenida y ahí está la maravillosa fortaleza del Kremlin, con sus torreones y sus muros de ladrillo rojo, solemnes e imperiosos al atardecer. Me apresuro para llegar a la Plaza Roja y disfrutar con el contraste entre su sobriedad y la superposición de bulbos de colores en la catedral de San Basilio, como una hoguera de esmaltes refulgentes. Disfruto del momento, de la multitud de moscovitas que va de un lado a otro exhalando nubes de vapor, embutidos en guantes, gorros y capuchas; los contemplo situándose sobre el medallón de metal embutido en el suelo que señala el kilómetro cero de las carreteras de Rusia. Sonríen, piden un deseo en voz alta y echan una moneda a sus espaldas, que una anciana recoge diligentemente.

Prescindo de acercarme al mausoleo de Lenin y deambulo hasta la estatua ecuestre del Mariscal Zhukov, ante la fachada del museo de historia rusa. Lo observo, con la mano extendida, señalando el camino de la victoria en la Segunda Gurra Mundial, la Gran Guerra Patria de los rusos. Poco más allá, en los jardines de Alexandria que se extienden a los pies de los muros del Kremlin, arde la llama perpetua en honor del soldado desconocido, flanqueado por dos centinelas en uniforme de gala. En el paseo que se extiende a continuación se suceden grandes urnas señaladas cada una con una estrella de cinco puntas y el nombre de una localidad rusa. Leningrado, Minsk, Stalingrado, Sebastopol… Son las ciudades mártires, las resistentes heroicas que derrotaron a los alemanes; las urnas recogen la tierra colmada de sangre de cada una de ellas.

Los visitantes transmiten un sentimiento de reverencia, recogimiento, orgullo. Es imposible comprender a Rusia sin advertir hasta qué punto está viva la memoria de aquella tragedia. Veintisiete millones de muertos. Una carnicería en la que se combina el horror nazi con el terror estalinista. ¡Veintisiete millones!

Se ha puesto el sol que engañaba con su fulgor al invierno en Moscú. Regreso al hotel atrapado en un escalofrío.


viernes, 15 de abril de 2011

Amigos y libros en Valencia


Es difícil imaginar una combinación más feliz que la que producen los amigos y la literatura. Y eso es precisamente lo que he encontrado en Hislibris: una comunidad de gente que ama los libros y la conversación, y que está empeñada en disfrutar de ambas cosas con tolerancia, honradez y buen humor.


De todo ello pudimos disfrutar en abundancia el pasado fin de semana en Valencia, celebrando el encuentro anual de Hislibris. Hubo ocasión de entregar premios, de celebrar debates sobre novela histórica con ponentes de excepción, de charlar hasta la afonía alrededor de una formidable cena albanesa, de conocer en primicia el libro El cuento de otoño, que reúne los cuentos más destacados del III Concurso de Relato Histórico de Hislibris, y de escuchar a algunos de sus autores, e incluso de presentar El Periscopio en el espléndido espacio del Bibliocafé.


Si queréis leer las crónicas de aquellos días, tenéis disponible la de Ariodante en Hislibris:


http://www.hislibris.com/jornadas-del-vi-aniversario-de-hislibris-valencia-2011-hea/


Y la de Juanrío en La Revelación:


http://www.larevelacion.com/un-fin-de-semana-en-valencia/


Y, hablando de Hislibris, os recomiendo conocer el nuevo proyecto que ha lanzado Ediciones Evohé: Evohé Digital, con el Proyecto Evook. Buenos libros, baratos y en formato abierto. Un proyecto que no podemos dejar de apoyar:


http://www.evohedigital.com/

sábado, 2 de abril de 2011

"El Periscopio" emerge en Valencia



¿Tenéis planes para el fin de semana que viene? ¿Hay algo más apetecible que disfrutar del comienzo de la primavera junto al Mediterráneo? Pues tomad nota: en el marco de la reunión anual de Hislibris, el domingo 10 de abril presentaremos la colección de libros de viajes El Periscopio en la librería Bibliocafé de Valencia (Calle de Amadeo de Saboya 17). Participaremos Javier Baonza, de Ediciones Evohé, Jaime Alejandre y un servidor. Este acontecimiento irresistible estará acompañado por diversos actos organizados por los infatigables amigos de Hislibris, y con el aliciente adicional de la Feria del Libro de Valencia, que se celebra durante el fin de semana.

El programa de los actos de Hislibris es el siguiente:

Día 8 de abril, 5.30 pm: recepción y primeras cañas. Día 8 de abril, 7.00 pm: entrega de los II Premios de literatura histórica de Hislibris en el marco del Centro Cultural L’Iber, calle Caballeros, 22. A la conclusión se servirá un tentempié que esperemos sea especial. Seguidamente y como mandan las buenas maneras nos iremos a cenar y a lo que surja en la noche valenciana.

Día 9 de abril, 11.30 am: charlas y mesas redondas, encuentro entre editores, autores y lectores de literatura histórica, también en el Centro Cultural L’Iber. Luego nos iremos a comer. Ojalá en aquel «griego» de tan gratos recuerdos.

Día 9 de abril, 6.30 pm: entrega de premios y presentación del libro del III Concurso de relatos de Hislibris en Bibliocafé, una librería muy especial. (Cita ineludible, ¿eh?) Y luego, cómo no, a abandonarnos en algún garito.

Día 10 de abril: para los que se queden, podremos visitar la Feria del Libro y, además, presenciar la presentación de «El Periscopio», también en Bibliocafé.

Para más información:


Y, para conocer mejor Bibliocafé:


Nos vemos en Valencia.