lunes, 31 de diciembre de 2012

El Museo Naval de Madrid aún existe


Hay museos en Madrid que tengo asociados de un modo irreversible al tiempo de las excursiones escolares. Es como si el Museo de Carruajes, la Real Fábrica de Tapices o el Museo Naval hubieran existido sólo entonces, desapareciendo después como otros tantos paisajes de la infancia.

Pero esta mañana he tenido ocasión de comprobar que, al menos, el Museo Naval aún existe. Eso sí, con un aire tan vetusto y decimonónico (en el folleto lo califican como "de evocación romántica"), que bien puede creerse que está exactamente igual, con las mismas vitrinas y cartelas, que cuando lo visité vestido con pantalones cortos.

No es, claro está, una crítica a la Fundación que administra el museo, que bastante hace con sobrevivir dignamente en esta época de penuria presupuestaria, sino un comentario al paso sobre las incongruencias de este país nuestro, que fue durante siglos la mayor potencia marítima del mundo, y hoy abandona a la incuria buena parte de su memoria, mientras sigue tratando de hacer la digestión de los excesos de la dieta de ladrillo con que nos atiborramos.

En todo caso, quede dicho que el Museo Naval sigue mereciendo, sobradamente, una visita, porque ofrece un prisma especialmente sugerente para observar la Historia a su través. Son destacables, por supuesto, las maquetas, en especial la del galeón Nuestra Señora de la Concepción y de las Ánimas (¡por cierto, vaya con los nombrecitos!), de 1687, con 90 cañones; la de la Santísima Trinidad, derrotada en Trafalgar que, con sus 136 cañones, fue el mayor navío de la época; o el de la fragata Numancia, que fue el primer buque acorazado en dar la vuelta al mundo, entre 1865 y 1867. Hay reproducciones de barcos que desencadenaron sucesos históricos, como el acorazado norteamericano Maine, o de progreso tecnológico, como el submarino de Isaac Peral, construido en el arsenal de La Carraca, de Cartagena, en 1888. Y hay rarezas históricas como los estandartes presidenciales de Azaña y Alcalá Zamora, o algunos mascarones de proa de lo más sorprendentes.

Pasad un día por el Museo Naval. Contemplad el sorprendente cuadro sobre la armada griega en Salamina de Rafael Monleón que da la bienvenida. Haced una contribución voluntaria para que pueda seguir abriendo por las tardes, comprad algo en la tienda (yo me llevo debajo del brazo "La cañonera 23", de Luis Delgado). Ayudemos a mantener vivo este venerable fragmento de otro tiempo.


En el café Gijón
30 de diciembre de 2012


sábado, 15 de diciembre de 2012

"El corazón del lobo", de Rafael Soler, en Ámbito Cultural


Queridos amigos: la novela "El corazón del lobo" de Rafael Soler (Colección Intravagantes de Ediciones Evohé) será presentada el 18 de diciembre a las siete de la tarde en Ambito Cultural del Corte Inglés (Calle Serrano 52, 7ª planta). El acto contará con la intervención del poeta (Premio Adonais), crítico y novelista Diego Doncel, además del autor y de Jaime Alejandre en representación del proyecto editorial.


Nacido en Valencia, Rafael Soler reside en Madrid, donde trabaja como profesor titular en la Universidad Politécnica de Madrid. Poeta y novelista, en los años ochenta tuvo una intensa producción literaria, que se inició con la publicación en 1.979 de su novela “El grito”, y el libro de poemas “Los sitios interiores” en 1.980, a los que siguieron títulos como “El corazón del lobo”, “El sueño de Torba” o “Barranco”, última de sus publicaciones en Cátedra en 1.985, así como dos libros de relatos. Vino luego un largo silencio editorial, que decidió romper en 2.009 con la publicación del libro de poemas “Maneras de volver”, al que siguió en 2.011 “Las cartas que debía”, libro que fue recomendado por la Asociación de Editores de Poesía, y en 2.012 “La vida en un puño”, antología publicada en Paraguay.

Jaime Alejandre



(Fotografía del autor © conoceralautor.com)

viernes, 23 de noviembre de 2012

Intravagantes: nuestra versión de los hechos


El grupo de amigos que editamos El Periscopio, hemos resuelto embarcarnos en un nuevo proyecto, nuevamente en colaboración con la editorial Evohé.

Se trata de una colección literaria que nace con el nombre de Intravagantes.

Intravagantes, celebración de la heterodoxia de autores, de perspectivas e ideologías, de escuelas literarias. Pero también de géneros. En Intravagantes mestizamos para comprender: poesía, novela, ensayo, teatro, cuento, testimonio, cómic, biografía, memorias. En la luz y en la sombra de esta colección late nuestra versión de los hechos, porque lo que importa no es el formato sino la palabra. Y cada palabra basta para ser testimonio compartido de la búsqueda de la verdad en lo diverso, aquello que no está en ningún espacio que tengamos que esforzarnos por alcanzar, sino en nosotros mismos.


Dijo Aristóteles “la finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas, no el copiar su apariencia”. Así nuestros Intravagantes despliegan muy distintas formas de expresión pero siempre contienen nuestra duda y nuestra certeza, nuestro asombro y nuestra familiaridad, nuestras preguntas y nuestras respuestas ante la dulzura del mundo y también de su amargura. La única seña de identidad cifrada en Intravagantes es la grandeza de la diversidad humana.

El próximo miércoles 28, en la SGAE, a las 19:30, presentaremos la colección junto con sus dos primeros títulos: Cuaderno del delirio, de Elvira Daudet, y El corazón del lobo, de Rafaes Soler. Creemos que va a ser una ocasión memorable y nos encantaría compartirla con todos los amigos.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Galdós viajero en El Periscopio



Os reproduzco la convocatoria publicada por Jaime Alejandre en su blog:

http://jaimealejandre.blogspot.com.es/2012/10/galdos-viajero-en-el-periscopio.html

"Queridos amigos:


El Periscopio-Evohé volvemos a la carga, ahora publicando la primera recopilación integral de los textos de viajes (por Europa y España), “Viajes de un desmemoriado”, de don Benito Pérez Galdós, incluyendo además algunas cartas a su amigo Clarín y un extraordinario Prólogo de Germán Gullón. Un libro delicioso en el que el humor y la perspicacia de nuestro inmortal autor brillan con luz propia y en el que podréis encontrar algunos pasajes que fueron fuente de inspiración, sobre todo, de sus Episodios Nacionales.

La presentación del libro será el próximo martes 6 de noviembre a las 1930 horas en el Café Comercial y contaremos con la participación de lujo de dos de los mayores expertos en Galdós, Germán Gullón y Rosa Amor del Olmo.

Os esperamos


Pocos atractivos ofrecen Unquera y su parador de Blanchard, donde un francés industrioso da de comer a los pasajeros que frecuentan aquel Camino. El parador, dicho sea en honor de la verdad, tiene tan marcado y patente su parentesco con las antiguas ventas, que no es necesario preguntarle su abolengo. Sólo en la cocina se echa de ver que anda por allí la mano de un francés, no tan só1o por los nombres exóticos de los platos, sino porque gran parte de lo que allí es servido se puede comer y aun resultar sabrosísimo al sentido del gusto, mayormente si éste no ha tenido gran cosa que hacer desde Comillas.

Pero lo característico del establecimiento Blanchard es el ruido, que ofrece allí todas las variedades y clases diversas de lo sonante, en tales términos, que la humana oreja no tiene nada que desear. El que haya pernoctado en Unquera lo ha oído todo, porque los techos, los pisos, los tabiques, la escalera del frágil mesón, han sido hechos con habilidad suma para que ni el más leve rumor se escape. Como no es posible admitir que ningún nacido haya logrado conciliar el sueño a orillas del Deva, puede suponerse de qué modo retumbara en el cerebro del viajero dormido aquel horrísono estrépito de coches, el pisar de las fatigadas caballerías, la charla de los pasajeros que entran y salen, y el incesante ladrido de todos los perros del mundo congregados en las inmediaciones.

El solícito arquitecto, ansioso de que su obra no dejase nada que desear, debió tomar todas las precauciones para evitar que algún viajero sibarita se entregase a los nefandos deleites del sueño. Atento a realizar su humanitario plan, dispuso que debajo de los dormitorios estuviese la tienda de comestibles y cantina, donde debían congregarse los mayorales y trajineros para hacer sus libaciones. Gracias a esto, cuando alguno de esos holgazanes que viajan por puro gusto de viajar, se mete entre las sábanas y pide a la almohada un poco de reposo, se ve de súbito sorprendido por chispeantes diálogos, por galanas disputas, por apóstrofes y blasfemias de aquellas que levantan ampollas, y adquiere preciosas noticias sobre mil asuntos que algún día podrán serle de gran utilidad.

Muchos viajeros, y entre estos hube de contarme, se dan a todos los demonios, y hasta sostienen que aquello no es teatro, sino morada de hombres cansados que anhelan la soledad y el silencio.

Todo en el mundo tiene remedio, hasta los insoportables ruidos de Unquera; y nosotros adoptamos uno eficacísimo, que consistió en despedirnos del parador, tomando al despuntar de un nebuloso día el camino de Peña Mellera, remontando el Deva.

(De “Cuarenta leguas por Cantabria”)"

sábado, 13 de octubre de 2012

Viriato en Zamora


Cada vez que voy a Zamora me pregunto por qué no la visitamos más a menudo. A menos de tres horas de Madrid, bien podría estar en otro planeta, midiendo en términos de tranquilidad y anchura de horizontes. Me encanta su atmósfera de civismo apacible, su geografía de navío encallado a orillas del Duero, la sobreabundancia de venerables construcciones románicas, la castellana cualidad granítica y amable de sus gentes.

Fuimos a recorrer en un barquito los Arribes del Duero, la frontera que un día lo fue de contrabandistas, a localizar escenarios para mis celtíberos, y terminamos el fin de semana haciendo una visita a Viriato, Terror Romanorum, encaramado sobre su pedestal de bronce en la plaza que lleva su nombre, en el centro de Zamora. Va apenas cubierto por un taparrabos, como si haciéndolo más primitivo y bárbaro se hiciera resaltar más todavía lo extraordinario de sus hazañas. Alza a lo alto los dedos desplegados de su mano derecha y una mirada desesperada, sabiendo ya, con la ventaja de la mirada reprospectiva de su escultor, el destino que le esperaba,

En la base del pedestal, un feroz rostro de carnero, rematando un enorme espolón de proa, parece decirle al viajero que no es bienvenido. Que conviene respetar la soledad antigua de Viriato, Terror Romanorum.










domingo, 16 de septiembre de 2012

Los 388 rostros de Mogarraz


Mogarraz, a ocho kilómetros de La Alberca, es una auténtica joya de la arquitectura tradicional de la Sierra de Francia. Se apiña en lo alto de una ladera que mira al sur, dominando un ancho horizonte de montes cubiertos de robles y castaños. Es un lugar extraordinario para una visita, sobre todo en otoño, cuando los castañares se inflaman de colores.

Este año hay un aliciente más. En el otoño de 1967, el fotógrafo Alejandro Martín Criado retrató para el carné de identidad a todos los mayores de edad del pueblo. Años después, el pintor Florencio Maíllo se hizo con el archivo de los retratos, y debió pensar que aquella colección de rostros encarnaba colectivamente un instante de la vida del pueblo más veraz y palpitantemente que todo su patrimonio arquitectónico. Hizo reproducciones a gran tamaño de cada una de las imágenes, utilizando pinturas encáusticas sobre chapas metálicas, y las ha colocado en las fachadas de las casas donde vivieron, o aún viven, los retratados.

El resultado es una exposición extraordinaria. Los trescientos ochenta y ocho rostros de Mogarraz observan al paseante desde la distancia insalvable de sus miradas, lo interpelan con una atención severa pero no hostil, algunos incluso con atisbos de sonrisa, como fantasmas sin prisa ni apenas curiosidad. Los rostros y el paseante saben que los separa una barrera infranqueable y no tratan de establecer otro diálogo que el de las miradas. Miradas como advertencias involuntarias, de esas que dan que pensar, y que escribir.

Si os animáis a conocer el otoño y los rostros de Mogaraz, tomad nota: la exposición va a estar desplegada hasta noviembre. Y para alojarse y comer, más que recomendable El Balcón de Mogarraz: Tomás y Margot (y Alejandro) son encantadores, y tienen una cocina memorable.





sábado, 1 de septiembre de 2012

El Gijón en agosto



En uno de estos días abrasadores y solitarios del corazón de agosto en Madrid, entre compras y museos, hacemos un alto para comer en el frescor hospitalario del café Gijón. En la sobremesa, Ángela se acerca a la cercana Fundación Mapfre a visitar la exposición de Ernst Ludwig Kirchner, y yo me quedo en este hospicio de paredes de madera con cuadros de célebres parroquianos, tapicerías de color burdeos y mesas de mármol negro con el venerable logotipo del local.

Encuentro un placer especial en escribir aquí, rodeado del eco de todas las palabras que se han pronunciado entre estas paredes, viendo pasar la tarde en la Castellana a través de los ventanales. La literatura es algo tan enigmático que basta cualquier complicidad para hacerla caminar con más aliento. Me gusta esta compañía en estado fluido, de gente que entra y sale, descubriendo que el Gijón es como Madrid: basta traspasar su umbral para adquirir pleno derecho de ciudadanía. Se me pasa el tiempo sin darme cuenta con estos últimos avatares de la segunda novela de Gerión y Anglea, hasta que Ángela viene a buscarme para ir juntos al Thyssen, a la exposición de Hopper. Saldremos y el calor seguirá siendo abrumador; no habremos llegado todavía a Cibeles cuando ya el Gijón nos parecerá un oasis imposible. Sin duda lo es.


Café Gijón
22 de agosto de 2012

domingo, 29 de julio de 2012

Carpetanos en Madrid


El Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid, dirigido por Enrique Baquedano, mantienen su espléndido nivel de exposiciones temporales con una dedicada al oppidum carpetano del Llano de la Horca, en el municipio madrileño de Santorcaz. La excavación del yacimiento comenzó en 2001, y desde entonces ha proporcionado suficiente material arqueológico como para permitirnos comprender la forma de vida de la sociedad carpetana entre los siglos III y I a. C. Como siempre, los criterios museográficos del MAR hacen la exposición muy atractiva, con magníficas reproducciones gráficas de la vida cotidiana en el oppidum, como esa de los niños jugando a las canicas en el suelo, y amplio material de contexto sobre la vida de otras poblaciones prerromanas coetáneas, como celtíberos, vettones y vacceos.

Llama la atención lo avanzado de la cultura material, con piezas, como la parrilla y el cencerro, que bien pueden seguir en uso en no pocos rincones de Castilla, y otras de importante sofisticación técnica, como las agujas y alfileres de bronce, o las tijeras de esquilar. Y piezas como el Vaso de los Caballos o la placa decorativa de bronce con figuras geométricas y representaciones animales, y alguna de yacimientos próximos, como la magnífica pátera de plata de Titulcia, descubierta en 2009.
No os lo perdáis. Alcalá de Henares siempre vale una visita, y la exposición es la excusa perfecta. Está hasta el 25 de noviembre, en la Plaza de las Bernardas.

Si queréis más información:

Los Carpetanos del Llano de la Horca











viernes, 15 de junio de 2012

Arturo Gonzalo Aizpiri en "Hazversidades Poéticas"


El próximo día 26 de junio, martes, daré un recital de poesía dentro del ciclo de Hazversidades poéticas que dirige magistralmente Jaime Alejandre, presentando el libro correspondiente. Si os apetece sumaros, os esperamos en el Café Comercial a las 20:00 horas.

LOS DIOSES PAGANOS

Era verdad que hay hombres que recorren
calzadas de mármol entre el asfalto;
fijaos en ellos, en su sonrisa enigmática
que revela la cabal sabiduría de la sangre:
percute su ritmo ajeno y minucioso
poniendo en fuga todos los altares.

Fijaos en sus ojos como lagos lunares,
en sus pasos sobrios y sinceros, fijaos,
caminan erguidos como dioses paganos:
llevan en las manos palabras tenaces,
sueños intactos, semillas recién despiertas.

Durante años he visto sus luces,
he oído sus canciones a lo lejos.
Era verdad. Nunca lo he dudado