domingo, 24 de abril de 2022

LOS CELTÍBEROS DE LA ESPAÑA VACIADA (En el Museo de Cuenca)

 


Los pequeños museos de Arqueología tienen un especial atractivo para mí. Muchas veces son el resultado del esfuerzo de maestros y próceres locales, con más voluntad que ciencia, y han visto pasar de largo la alegría inversora que las Comunidades Autónomas desplegaron en las épocas de abundancia de fondos europeos. 

Es el caso del Museo de Cuenca, abierto en 1963 en el antiguo Pósito del Almudí, con los fondos reunidos por Francisco Suay, alcalde y maestro de la cercana Valeria, de impecable estirpe romana.

El museo conserva intacta, con las mismas vitrinas y cartelas, la apariencia, ya descolorida y vetusta, de aquel día de hace casi seis décadas. Las salas transpiran la digna precariedad de la España Vaciada. Oigo decir a un guía en la puerta que hoy la provincia apenas si alcanza trescientos mil habitantes, y cincuenta y cinco mil la capital. No puede recordarse en las salas sin nostalgia el tiempo en que, con tres grandes ciudades -Segobriga, Ercavica y Valeria- la actual provincia de Cuenca fue el centro de producción de "Lapis Specularis" del Imperio.

Antes de ello también debió ser un próspero territorio celtíbero, con las grandes ciudades, todavía anónimas, halladas en muchos cerros y oteros conquenses, entre ellos las de Barchín del Hoyo y Alconchel de la Estrella. Esta última, ya visitada en este blog, tiene muchas papeletas para ser la ólcade Althia, destruida por Aníbal Barca durante sus correrías por estas tierras.

El museo tiene no pocas piezas interesantes, como una plancha de plomo celtibérica de función comercial, y un enterramiento infantil en tinaja hallado en Cerro Pelao, en Tébar. Pero me desconsuela ver la reproducción en bronce del tesoro de Abia de la Obispalía. El original, de oro, descubierto alrededor de 1920, está en el British Museum de Londres. El propietario lo vendió por doscientas cincuenta libras, porque el MAN no pudo igualar la puja. El expolio arqueológico hacen que el concepto España Vaciada cobre otro significado más, doblemente triste.














viernes, 15 de abril de 2022

EL RETRATO DE ANÍBAL EN EL MAN (Dibujos Arqueológicos XIX)

 


En el Museo Arqueológico Nacional me llama la atención un conjunto de cuatro grandes monedas cartaginesas de plata representando respectivamente dos bustos masculinos, uno femenino y un caballo. La leyenda sugiere: «Es posible que estas cabezas sean retratos disimulados de los generales cartagineses Amílcar y Aníbal Barca, retratados con atributos divinos».

Ambos tienen rasgos muy similares, dando la razón a Tito Livio, quien subrayó el parecido físico entre ambos como una de las razones que facilitaron el apoyo del ejército cartaginés a Aníbal tras la muerte de su cuñado Asdrúbal. Amílcar muestra signos de más edad y tiene barba, contrariamente a su hijo quien, en cambio, luce unas características largas patillas. Ambos tienen la cabeza ceñida por una corona de laurel y llevan al hombro la clava de su dios protector, Hércules o Melqart. El metal nos dice poco más; echándole un poco de imaginación puede intuirse la boca firme y la mirada lanzada al horizonte.


sábado, 2 de abril de 2022

LA MUERTE DE ANÍBAL (Galería de imágenes de la Trilogía de Aníbal XXXI)


¿Se había representado hasta ahora gráficamente la muerte de Aníbal? Yo nunca la había visto. La hemos leído muchas veces, narrada por autores clásicos y contemporáneos: Aníbal toma el veneno para evitar ser entregado por Prusias, rey de Bitinia, a los hombres de embajador romano Tito Quicio Flaminino. Yo mismo pongo su relato en boca de uno de los personajes de las novelas de mi Trilogía de Aníbal, en una pirueta narrativa de la que no daré más pistas. 

Pero, para verla, hemos tenido que esperar a que Sandra Delgado pusiera en juego su talento para recrearla. Y el resultado es suficientemente elocuente por sí mismo. Me impresiona cómo la escena aúna el drama y la serenidad de Aníbal en su instante final, y cómo la sombra del anciano proyectada en la pared rescata al formidable personaje que fue. 

Me gusta volver a mi texto teniendo la imagen ante los ojos:

-No puedo dejar de imaginar a Aníbal en ese instante –continuó-. Los criados que le son fieles le han advertido de la llegada de la embajada romana; ha intentado ver a Prusias para reclamarle que honre sus obligaciones de anfitrión o que le facilite los medios para huir, pero este le ha ordenado que aguarde en sus aposentos. Escucha pasos apresurados por el corredor y reconoce el repiqueteo metálico de las tachuelas de las sandalias de los legionarios romanos. Suenan golpes imperiosos en la puerta. Sabe que la larga contienda de su vida ha llegado a su fin y duda de si todo ha merecido la pena. Recuerda a su padre Amílcar y a tantos compañeros de armas que han quedado por el camino. Recuerda la gloria en Cannas y la humillación en Zama, se pregunta si todo hubiera podido ser de otra manera. Si ha sido víctima de sus propios errores o del hartazgo de los dioses ante la pasión abrasadora de un hombre que nunca supo renunciar a nada. Para todas sus preguntas sólo tiene una respuesta: que en la hora de su derrota no será paseado como trofeo, vencido y ultrajado, por las calles de Roma.

»Se echa a la boca el contenido de su sortija y un fuego acerbo le abre la puerta a la oscuridad donde nada importa, donde todo se olvida…

Para conocer los libros de la Trilogía de Aníbal: