lunes, 3 de diciembre de 2018

ASDRÚBAL BARCA LLEGA A QART HADASHT (galería de imágenes de TRILOGÍA DE ANÍBAL XII)


Uno de los aspectos que más me admira de las ilustraciones que Sandra Delgado está creando para la Trilogía de Aníbal, es su extraordinaria capacidad narrativa. Las ilustraciones no muestran solo una escena, sino una parte del transcurso del relato.

Un buen ejemplo de ello es esta nueva creación de Sandra, la segunda correspondiente a la segunda novela de la trilogía, El cáliz de Melqart. En ella Asdrúbal El Bello, el cuñado de Aníbal, llega al palacio de Qart Hadasht, aún en construcción. Espectacular, por cierto, cómo ha imaginado Sandra el edificio, con fuertes resonancias helenísticas. En segundo plano, en la escalinata, vemos al sacerdote Zekárbal, uno de los personajes clave de la novela. 

Para terminar de formarnos una idea de la escena, nada mejor que recurrir al comienzo del capítulo tercero de la novela. Ahí está todo dicho.


Asdrúbal desmontó y miró a su alrededor, secándose con la manga del quitón el sudor del rostro. Todo se había detenido y el rumor de la ciudad llegaba amortiguado por el aire ardiente. Centenares de obreros repartidos por las obras del ala norte del palacio, con sus capataces al frente; una veintena de criados vestidos de blanco alineados a ambos lados de las escalinatas de acceso a la residencia; los soldados de la Guardia Bárquida formados frente a él con sus túnicas púrpuras y sus yelmos de bronce: todos ellos inmóviles, presentando armas o inclinados en una respetuosa reverencia.
Todos menos Zekárbal. El Rab Kohanim de Eshmún en Qart Hadasht tenía la prerrogativa de mantenerse erguido ante él. Y lo hacía, a los pies de la escalinata, con toda su imponente estatura, realzada por la cabeza rapada, apenas protegida del sol por un pañuelo casi transparente que le caía hasta los hombros, y una larga túnica de lino. El sacerdote tenía las manos cruzadas sobre el regazo y la cabeza ligeramente inclinada, aunque sus ojos se mantenían fijos en los del Bárquida. Una tenue sonrisa le animaba el rostro pálido y anguloso, desprovisto de cualquier traza de pelo. A pesar del tiempo que llevaba a su lado, Asdrúbal seguía ignorando si Zekárbal era lampiño por naturaleza, o si su aspecto era resultado de una meticulosa depilación. Le resultaba, en todo caso, vagamente repulsivo.
Asdrúbal se volvió hacia sus oficiales, que trataban de apaciguar a sus monturas, cansadas e inquietas por el súbito silencio tras tantos días rodeadas por el permanente y familiar fragor del ejército.
- No os demoréis, retiraos; imagino que estaréis tan impacientes como yo por veros en un baño con una copa de vino fresco en la mano. Os habéis ganado un buen descanso… y cuantas cosas se echan en falta en la vida militar. Ha sido una campaña magnífica. Y tú, Gimialcón, haz que todos esos vuelvan al trabajo.

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domingo, 4 de noviembre de 2018

VIRTES DE TYNDARIS LLEGA A HÉLIKE (Galería de imágenes de la TRILOGÍA DE ANÍBAL XI)


Tras concluir la serie de diez ilustraciones de El heredero de Tartessos, comenzamos las de El cáliz de Melqart. Y lo hacemos con una escena que Sandra Delgado ha sabido envolver con una luz y una atmósfera enormemente sugerentes. Un desconocido, que se ha presentado como Virtes de Tyndaris, ha llegado a Hélike ofreciendo un artefacto ignoto para los oretanos: ¡un trillo! Se dispone a probarlo en compañía de Orissón bajo la atenta mirada de Anglea y de los campesinos que hasta ese momento se habían esforzado en la tarea con sus mayales. 

En la escena se retrata a la perfección al viajero procedente de Sicilia descrito en la novela:

Advirtiendo que había llamado la atención de los oretanos, el hombre del pescante anudó las riendas en un estribo, saltó al suelo y comenzó a caminar hacia ellos, dándoles ocasión de observarlo con detenimiento. Vestía una túnica corta de color añil ceñida por un ancho cinturón de cuero, y bajo ella una vaporosa camisola blanca. Las perneras de un pantalón de lino crudo desaparecían bajo las rodillas en el interior de unas botas de piel. Iba adornado con profusión de collares y pulseras, dándose cita en ellos toda suerte de conchas, cuentas cerámicas y monedillas de metal.
-Extraño personaje –murmuró Anglea-, parece una mezcla de marinero focense y mercader de Gádir.
-¡Y bailarina etrusca, con toda esa quincalla! –rió Orissón-; veamos qué quiere.
El hombre llegó hasta ellos, se detuvo e hizo una profunda reverencia, respondida por los heliketas por un sobrio gesto de bienvenida.
-Virtes de Tyndaris a vuestro servicio, nobles oretanos –dijo el recién llegado en un íbero correcto, aunque con un extraño acento que a Anglea le pareció sibilante y gutural al mismo tiempo.
Tenía el pelo brillante y negro, trenzado en una coleta que le llegaba hasta la mitad de la espalda, y los ojos del mismo color. La delgadez de la nariz y los labios, y la total ausencia de vello en el rostro le daban un aire elegante y ambiguo, y le hacían parecer juvenil, o tal vez femenino, a pesar de las no pocas arrugas que le recorrían el rostro.

Y también la escena que se nos ofrece:

Orissón hizo un gesto de asentimiento y caminó hasta la era.
-¿Y bien, Virtes de Tyndaris? –dijo al colocarse junto al sículo sobre el tablero-. ¿De qué se trata?
- Ahora lo veréis –respondió Virtes-; mantened el equilibrio y observad.
Virtes sacudió las riendas y el caballo, clavando en el suelo los cascos traseros para vencer la inercia de la carga que arrastraba, comenzó a avanzar, trazando un amplio círculo alrededor de la era.
Orissón sintió que el tablero bajo sus pies se deslizaba con suavidad sobre las mieses produciendo un denso rumor de chasquidos y llenando el aire del olor a polvo y leña vieja de la paja. Observó las espigas de cereal a medida que reaparecían por la parte trasera del tablero y comprobó con sorpresa que tenían el aspecto de haber sido trituradas a conciencia. Una sola pasada con el ingenio del sículo producía el mismo efecto que un buen rato golpeando fatigosamente con el mayal. A todas luces la misma conclusión estaban alcanzando los campesinos dispuestos alrededor de la era, que intercambiaban, en un tono cada vez más expresivo, comentarios de sorpresa y admiración.

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sábado, 29 de septiembre de 2018

Momentos como el de hoy (Presentación de LA CÓLERA DE ANÍBAL en el Café Comercial)


El pasado lunes 17 de septiembre presentamos en el Café Comercial de Madrid La cólera de Aníbal. Muchos amigos se dieron cita para acompañarme, para acompañarnos, en este momento que servía de mojón final, de piedra de clave, al viaje recorrido y al edificio de palabras, paisajes y personajes construido durante los últimos catorce años. Creo que esa fue la razón de la sala llena y de los rostros de regocijada amistad que vi desde el estrado. Todos sabían lo que aquello significaba para mí y querían hacérmelo notar, poniendo al relato la escena última, el desenlace que diera un sentido más imprescindible y cabal a todo lo anterior. Como me dijo Rafa Soler: "Momentos como el de hoy dan forma a todo". Así es como lo sentí. Las palabras, aparte de las mías, las pusieron Jaime Alejandre y Pilar González Serrano, y solo puedo decir que mi gratitud y admiración hacia ellos es pluscuamperfecta. Pero el capítulo de agradecimientos es, claro está, mucho más extenso, tanto que no cabe en estas líneas. Hay que ir a leerlo a las novelas para que no quede nada si decir.

Baste por hoy decir gracias.

A todos.

En especial a ti, mi Anglea de ojos verdes.

Gracias.


Las fotografías son de Julio Castelló y Ángela Lozano. Gracias, también por eso, a ambos.














jueves, 20 de septiembre de 2018

Óscar González Camaño (Farsalia) reseña "LA CÓLERA DE ANÍBAL" en Hislibris


Óscar González Camaño, conocido (¡y mucho!) como Farsalia en Hislibris, ha publicado una jugosa reseña sobre mi última novela, La cólera de Aníbal. Como es fácil comprobar al leerla, la reseña es un lujo de análisis del contexto histórico y de la propuesta narrativa. No os la perdáis. 

El lujo lo es por triplicado, porque Farsalia ha reseñado las tres novelas de la trilogía. Con ello me ha hecho un regalo extraordinario, más aún porque ha querido compartirlo con los lectores.









domingo, 9 de septiembre de 2018

PRESENTACIÓN DE "LA CÓLERA DE ANÍBAL", de ARTURO GONZALO AIZPIRI, en el Café Comercial, el lunes 17 de septiembre a las 19:00 horas


Como os anunciamos, el próximo lunes 17 de septiembre, a las 19:00 horas, presentaremos La cólera de Aníbal en el Café Comercial, en la glorieta de Bilbao.
Me acompañará Pilar González Serrano, mi muy admirada arqueóloga, académica y escritora. 

Tras la publicación de El heredero de Tartessos y El cáliz de Melqart, La cólera de Aníbal pone término a la que hemos dado en llamar Trilogía de Aníbal. Por ello, con esta presentación completamos un círculo que se ha extendido a lo largo de catorce apasionantes años. Me alegraría mucho poder celebrarlo con vosotros. Nos vemos en el Comercial.

El heredero de Tartessos

El cáliz de Melqart

La cólera de Aníbal


lunes, 3 de septiembre de 2018

EL RITO INICIÁTICO DE GERIÓN (Galería de imágenes de la TRILOGÍA DE ANÍBAL X)


Creo que no había mejor forma de concluir la serie de diez ilustraciones de Sandra Delgado inspiradas en El heredero de Tartessos. Los lectores de la novela recordarán muy bien esta escena: se trata del rito iniciático que Gerión debe superar para convertirse en guerrero. Como de costumbre, Sandra ha hecho un trabajo espectacular, combinando fidelidad al texto con una gran dosis de creatividad y fantasía. Esa luna central observándolo e iluminándolo todo me parece especialmente sugerente.

En cuanto al edificio donde tiene lugar el ritual, los aficionados a la arqueología habrán identificado seguramente nuestra fuente de inspiración: se trata de la llamada "sauna de Ulaca", ubicada en el impresionante oppidum vetón de ese nombre. A poco más de una hora en coche de Madrid, en la provincia de Ávila, Ulaca es un lugar de visita imprescindible. Por si tenéis curiosidad, en este mismo blog relaté un paseo hasta la altura mágica de Ulaca.

En esta ocasión prefiero no reproducir fragmentos de texto, no vaya a ser que se desvele más de la cuenta. 

Como decía, con esta concluyen las ilustraciones de la primera novela de la trilogía. Por fortuna, Sandra ha comenzado ya a trabajar en la siguiente serie: El cáliz de Melqart contará igualmente con diez ilustraciones. Y, a la vista de los primeros bocetos, os puedo asegurar que el resultado va a ser aún más impresionante que lo visto hasta ahora.

Os dejo los enlaces a las novelas de la Trilogía de Aníbal. La última de ellas, La cólera de Aníbal, ha visto la luz muy recientemente. Por si alguien se anima a acompañarnos, la presentaremos el próximo 17 de septiembre, lunes, a las 19:00 hrs en el Café Comercial de Madrid. Por supuesto, también a ella le llegará el momento de someterse a los pinceles de Sandra.








lunes, 2 de julio de 2018

EL SANTUARIO DE LA DIOSA ÍBERA DEL AMANECER EN PUENTE DE TABLAS (JAÉN) (TRAS LAS HUELLAS DE ANÍBAL XII)


De las pocas cosas que sabemos sobre la relación entre Aníbal e Imilce de Cástulo es que se conocieron en el santuario de Auringis, el oppidum que se alzó en el cerro de Santa Catalina de la actual Jaén. Muy poco se conoce de él. Sin embargo, a unos pocos kilómetros, en el paraje de Puente Tablas, se encuentra uno de los oppida ibéricos mejor conservados, y el azar ha querido que en él se haya descubierto un santuario sencillamente extraordinario consagrada a una divinidad solar femenina, situado junto a una puerta ceremonial abierta en la muralla, llamada puerta del Sol. Grato nombre para un madrileño, por cierto. Era inexorable que me inspirara en él para enmarcar la escena del encuentro entre ambos en La cólera de Aníbal. Y que a la primera ocasión viniera a verlo con mis propios ojos.

Madrugué para estar en el acceso del oppidum a la hora de apertura, las nueve de la mañana. Cuando abrieron corrí hasta la puerta del Sol y quedé impresionado: mi sombra caía en línea recta sobre el betilo, el bloque de piedra vagamente antropomorfo que representa a la divinidad. Era el día 24 de marzo y la alineación solar del amanecer equinoccial aún se dejaba notar en una hora tan temprana.

Todo esto merece una explicación. Como he dicho, el santuario de Puente Tablas es algo único, y ha permitido a los arqueólogos, dirigidos por Arturo Ruiz y Manuel Molino, de la Universidad de Jaén, reconstruir el mundo ritual íbero de un modo sin precedentes. Las excavaciones han sacado a la luz un complejo de culto, situado junto a la entrada ritual de la ciudad, formado por tres espacios aterrazados: en los dos primeros se suceden los templos de la diosa solar y tal vez su contraparte masculina, cada uno con su patio, pre-cella y cella, al estilo fenicio. En el umbral de la cámara sagrada de la diosa se distingue una losa de piedra con forma de piel de bóvido, el símbolo sagrado de Tartessos. Una pequeña cámara permite custodiar la representación mágica de la diosa, un betilo de piedra que en las ceremonias equinocciales se saca a la calle para recibir, con una secuencia taumatúrgica de luces y sombras, los primeros rayos del sol de primavera u otoño. Para ello juega un papel esencial la propia puerta, a la que se llega por un corredor encajado en la muralla con una longitud de 14,5 metros. Esa medida no es casual: las casas halladas en el oppidum, distribuidas en parcelas rigurosamente planificadas con dimensiones pitagóricas, tienen 14,5 metros de fondo. Es asombrosa la sofisticación urbanística con que hacían sus ciudades los íberos del siglo V a. C. 

En el centro del corredor, en el punto donde debió situarse la puerta del Sol, los arqueólogos encontraron un altar cuadrado y una losa en el suelo con la misma forma bajo la que se halló una cista con un conjunto de singulares ofrendas hechas a la diosa: las mandíbulas de siete cerdas preñadas, rodeadas de las de sus nonatos, todas ellas orientadas hacia el sol naciente del equinoccio.

La tercera terraza del santuario nos depara una sorpresa más. El pequeño escarpe en que se aloja está horadado por tres cuevas. Ante ellas hay una plataforma de losas bien talladas con cubetas excavadas en ellas. Todo hace pensar en libaciones y ofrendas oraculares. Es estremecedor.

En los últimos años, los investigadores del Instituto Universitario de Arqueología Íbera de Jaén han recreado la apariencia que debieron tener los ritos solares en Puente Tablas durante los equinoccios. Lo hacen al amanecer, erigiendo una reproducción de la puerta del Sol y haciendo que los rayos solares iluminen una reproducción del betilo que fue encontrado in situ (el original está en el nuevo Museo Íbero de Jaén, no tardaremos en llegar a él). La climatología de este año les ha obligado a suspenderlo, pero quede aquí mi reconocimiento hacia una iniciativa que consigue aproximarnos de un modo conmovedor a la espiritualidad de aquellas gentes. Esa fue la razón de que quisiera estar en Puente de Tablas de buena mañana.

El azar me compensó: no tuve a los arqueólogos, pero disfruté de una guía excepcional. La casualidad quiso que me encontrara, en el excelente centro de interpretación con que el "Viaje al tiempo de los íberos" ha dotado a Puente Tablas, con una visita organizada por la asociación cultural Nueva Acrópolis de Jaén. Belén, la coordinadora, me permitió sumarme al grupo, una gente atenta y hospitalaria como ninguna; mi agradecimiento a todos ellos. Y especialmente a Eva María de Dios Martínez, la guía, que hizo gala de una profesionalidad extraordinaria. 

Siguiendo a Eva recorrimos el perímetro de las imponentes murallas, con sus grandes bastiones perpendiculares; las manzanas de casas; el palacio del príncipe, con su salón del trono, su templo doméstico y sus lagares ("quien posee el poder posee el vino", nos recordó). Eva nos habló de la estructura social de los íberos, basada en linajes gentilicios clientelares, y también de su forma de vida, en un territorio articulado en torno a ciudades como Puente Tablas o la vecina de Auringis, a la que los habitantes de nuestro oppidum se trasladaron en el siglo III a. C., precisamente en tiempos de Aníbal, en una fecha próxima a la conquista de Escipión. 

Sobre todo, Eva intentó hacernos revivir las ritos del santuario. Representó alternativamente los papeles de una joven devota y un sacerdote, describió el olor del azufre de las ofrendas, el humo de las antorchas de esparto, acudió a la cueva del oráculo desde la que imaginó las palabras del sacerdote. "El oráculo habría tomado alguna planta sagrada para entrar en contacto con la divinidad", dijo Eva con una sonrisa pícara. Nos hizo situarnos alrededor de la copia del betilo, para llamar nuestra atención sobre los brazos estilizados cruzados sobre el vientre. "Los arqueólogos sugieren que está haciendo el gesto de subirse el vestido -dijo Eva- como si mostrara, u ofreciera, el sexo al sol". Extraordinario.

Eva y mis amigos de Jaén marcharon y quedé solo, con el oppidum entero para mí. Despues de varios días de lluvia el mundo parecía como recién lavado. Sierra Mágina se transparentaba, piedra y nieve, a lo lejos. Traté de imaginarme aquel mundo en que, dos siglos antes de que Roma desembarcara por primera vez en la península, la cultura ibérica había alcanzado un grado de desarrollo y cosmopolitismo extraordinario, con las influencias fenicias, turdetanas y griegas fluyendo densamente por todo el valle del Guadalquivir. 

Me asombró que un lugar tan excepcional no tuviera más que un puñado de visitantes. Ojalá con la ayuda de Eva, de arqueólogos como los de Jaén y personas con curiosidad como los miembros de Nueva Acrópolis, contribuyamos a darlo a conocer.





















miércoles, 27 de junio de 2018

LARGA VIDA A HISLIBRIS (Los IX Encuentros Hislibris en Madrid)


El pasado fin de semana celebramos en Madrid los IX Encuentros Hislibris, y solo puedo decir que ya estoy esperando con impaciencia los del año que viene. Hislibris es algo extraordinario, uno de esos ámbitos que demuestran que aún es posible dar vida en el mundo virtual y en el físico a comunidades basadas en el respeto, la generosidad y el buen humor. Hislibris es una gran grupo de amigos unidos por la afición a la Historia, la literatura... ¡y la cerveza!

Los hitos culminantes del fin de semana fueron el acto de entrega de los VIII Premios de Literatura Histórica Hislibris, las mesas redondas con amigos como Jaime Alejandre, José Tono Martínez y Fernando Lillo y la presentación del tradicional libro con los textos ganadores del concurso de relatos. Todo ello, claro está, salpimentado con apasionadas conversaciones en cenas y comidas y durante los tórridos paseos por la ciudad. Una completa crónica de las jornadas puede encontrarse en el propio foro:


Un momento especialmente grato para mí fue participar en la presentación de sendas novelas de tema cartaginés a cargo de Fernando Lillo (Los jinetes del mar. El secreto de Cartago) y yo mismo, con la moderación de Óscar González Camaño (Farsalia). Se trataba, por mi parte, de presentar en sociedad La cólera de Aníbal, y a los amigos de Hislibris ni más ni menos. A pocos lectores debo tanto como a ellos.

Quede expresado aquí mi agradecimiento a todos los hislibreños, en especial a Íñigo, Ángeles (Nausícaa) y el propio Farsalia, que en todo momento estuvieron al pie del cañón. También a los ponentes, ya mencionados, y a nuestros maestros Pilar González Serrano y Carlos García Gual que siempre nos honran con su compañía y nos iluminan con su sabiduría. Gracias a los locales que nos acogieron: la Asociación de Escritores y Artistas Españoles, el restaurante Ex-Libris, el Círculo de Bellas Artes y el café María Pandora. Gracias también a mis compañeros de Evohé: el propio Jaime, nuestro Javi, que lamentablemente tuvo que perdérselo, y Sandra (¡qué grande la portada de La cólera de Aníbal!). Y mi sobrino Alejandro, que se lo curró de lo lindo.

Y enhorabuena a los premiados. La presencia de Almudena Grandes, Sandra Parente y Javier Gómez (Desperta Ferro Ediciones), junto con los autores de los relatos seleccionados, fue un lujo. Mención aparte merece nuestro Hislibreño de Honor 2018; la expresión de sorpresa de Farsalia al escuchar su nombre fue uno de los momentos inolvidables de los encuentros. 

Lo dicho, ahora a esperar a los del año que viene. Pero sin prisa: hay mucho que leer, escribir y conversar hasta entonces. Larga vida a Hislibris.