sábado, 24 de febrero de 2024

EL ROSTRO DE TARTESO (Dibujos Arqueológicos XXIX)

 

Visitamos, allá por el pasado mes de septiembre, la magnífica exposición "Los últimos días de Tarteso" en el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid, en Alcalá de Henares. 

Las estrellas de la exposición fueron los extraordinarios rostros tartésicos descubiertos en el yacimiento de Las casas del Turuñuelo en Guareña (Badajoz).  Los visitantes se hacían―nos hacíamos―selfies frente a ellos como si se tratara de las celebrities del momento. Y es que lo son: por sí solos merecieron una resonante rueda de prensa de los investigadores del CSIC y fueron portada en publicaciones de todo el mundo. A su alrededor chisporroteaba una excitada efervescencia entre los visitantes. Nosotros no escapamos a ello. Fue emocionante verlos por fin ante nuestros ojos, observarlos desde todos los ángulos; nos conmovió su serenidad, su suave sonrisa en los labios impecablemente perfilados, las narices esbeltas, los ojos rasgados con una eternidad de horizontes ignotos impresa en ellos. 

Creo que un día se considerará a estos rostros como un icono o un símbolo; algo así como las Giocondas de la Antigüedad. 







viernes, 16 de febrero de 2024

EL ECO DE LOS ÍBEROS DE ALBACETE




Mi excursión arqueológica de este invierno a Albacete tuvo un estupendo corolario. La primera etapa fue el Cerro de los Santos, en las proximidades de Montealegre del Castillo. En realidad, no es que haya mucho que ver: el principal atractivo es el obelisco de piedra construido en el lugar en 1929 por iniciativa de Zuazo y Palacios, según informa un panel informativo. El yacimiento del que se extrajeron más de 400 piezas escultóricas, y en el que, hasta hace poco más de un siglo, se identificaban los restos del antiguo santuario ibero, activo durante ocho siglos, del siglo IV a. C. al IV d. C., no es hoy más que un montículo cubierto de matorrales.

Sin embargo, a mí me gusta ir para escuchar los ecos del pasado. Contemplo la carretera comarcal A18 serpenteando entre la niebla e imagino cuando por su trazado corría la vía Heraklea, después llamada Augusta, una de las grandes autopistas de la Antigüedad.  Junto a ella se respira hoy un amortiguado silencio que da al instante una pátina de irrealidad. Tan solo, de tarde en tarde, el lejano disparo de un cazador quiebra la magia.

Después subí al poblado ibérico de El Amarejo, encaramado a un cerro que domina una buena parte de la campiña del levante albaceteño, después de subir una escarpadura que le hace a uno preguntarse cómo fue posible, en aquel tiempo, vivir en un lugar tan agreste. Además de los restos del oppidum, las vistas hacen sentir al visitante que el ascenso ha merecido la pena.

Y, para terminar, fui a visitar la réplica del monumento funerario de Pozo Moro que domina el paisaje desde un mirador a mitad de la subida al vertiginoso casco histórico de Chinchilla de Montearagón. No tengo claros los motivos que me llevaron hasta allí, más allá de rendir un homenaje personal a Francisco Carrión, el cantero que dirigió al grupo del taller de cantería de la Universidad Popular que se atrevió a llevar a cabo la obra. La factura de la réplica dista de ser sobresaliente, pero el monumento tiene aquí, asomado al llano que se extiende hasta el horizonte, un aliento mucho más vibrante que el del patio acristalado del Museo Arqueológico Nacional con el que tiene que confirmarse el original. 

















viernes, 2 de febrero de 2024

ANÍBAL Y ESCIPIÓN en la Galería de las Colecciones Reales

 


Llevábamos deseando visitar la nueva Galería de las Colecciones Reales de Madrid desde su inauguración y, cuando por fin hemos podido hacerlo, hemos quedado impresionados. Hay que destacar primero el edificio, porque no era nada sencillo completar un espacio tan sensible y emblemático como la plaza de la Armería, entre el palacio de Oriente y la catedral de la Almudena, en ese espectacular mirador que se asoma al Campo del Moro y a los barrios y parques de más allá del río Manzanares. El resultado es impresionante, con cuatro grandes galerías acomodadas en la ladera del promontorio sobre el que se fundó Madrid, con altos techos y vistas impresionantes. 

Y las colecciones no se quedan atrás, repasando el papel de Austrias y Borbones en la promoción del patrimonio artístico español a través de los siglos. Una pieza me llamó la atención de forma especial: un tapiz que representa la entrevista entre Aníbal y Escipión que tuvo lugar antes de la batalla de Zama. Según informa la cartela, Aníbal pidió la paz consciente de la superioridad romana. Como es sabido, la batalla finalmente tuvo lugar y concluyó con la decisiva derrota cartaginesa que puso fin a la segunda Guerra Púnica. Me llamó la atención cómo en el Renacimiento europeo brilló el interés por figuras de la Antigüedad como Aníbal y, sobre todo, Escipión, admirado como un ejemplo de talento militar y virtudes cívicas. 

Visualmente la escena es impresionante, con ese frente de elefantes y jinetes desplegados tras Aníbal, incapaces, a pesar de su fiereza, de vencer en el campo de batalla a la virtud del romano, acompañado tan solo por sus emblemas y un puñado de leales. 

[Gracias a mi querida Aurora Gómez Cuevas por ponerme sobre la pista del tapiz]