lunes, 16 de septiembre de 2019

LOS HOMBRES Y MUJERES DE ARSE (Tras las huellas de Aníbal XV)


Sagunto tiene hoy esa expresión de fatiga desorientada de las ciudades que fueron prósperas por un medio de vida que pasó a la historia. El puerto de Sagunto fue durante buena parte del siglo XX una Ciudad Factoría construida en torno a la siderurgia y los astilleros, hasta el cierre de Altos Hornos del Mediterráneo en octubre de 1984. De aquel tiempo queda aquí un recuerdo de contaminación, lucha sindical y reconversión industrial. Y la respuesta ha sido la que suele ser: poner en juego el músculo de la historia y las tradiciones. No hay más que ver cómo está estos días la ciudad engalanada de banderolas moradas para las diversas devociones de Semana Santa; no hay momento en que no se oigan por las calles los acordes de las bandas de música ensayando para las procesiones.

Pero lo que más me llama la atención, en Sagunto como en otros lugares de la misma filiación, es esa reivindicación del pasado romano hecha a partes iguales de fastos institucionales, reclamos turísticos y variada quincallería decorativa del todo a cien. El B&B donde me ha dado hospitalidad Inma se llama Domus Atilia y por todos sus rincones hay reproducciones de diosas y ninfas varias. Mi habitación, grande y confortable pero algo destartalada, es la Flavia. En la ciudad acaban de terminar los Ludi Saguntini, un festival de teatro clásico. Junto al museo histórico se anuncia la Domus Baebia, aula didáctica de cultura clásica.
Y el restaurante donde como ahora, mientras escribo, un arroz del segnoret, se llama El templo de Diana.

En la sobremesa me acerco a conocer los restos del antiquísimo edificio sacro que le da nombre. Son unos muros impresionantes, con un aparejo de sillería prácticamente megalítico. Se trata de un edificio íbero sin parangón. Al decir de los expertos es la única estructura que dejó en pie Aníbal cuando destruyó la ciudad, por estar bajo la advocación de alguna diosa local que le impuso respeto. Me detengo a contemplarlo. Esas mismas piedras dieron cobijo y sombra un día, muchos días, a las mujeres y hombres de Arse. Me importa recordarlo.

Mientras, en la ciudad se prepara la magna representación en vivo de la Pasión que, ocupando un gran escenario en la plaza Mayor, constituye uno de los principales acontecimientos de la Semana Santa. Resulta todo un viaje en el tiempo descubrir, al alejarme paseando del templo de Diana, las calles de Sagunto llenas de legionarios romanos.











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