Sagunto tiene hoy esa
expresión de fatiga desorientada de las ciudades que fueron prósperas por un
medio de vida que pasó a la historia. El puerto de Sagunto fue durante buena
parte del siglo XX una Ciudad Factoría construida en torno a la siderurgia y
los astilleros, hasta el cierre de Altos Hornos del Mediterráneo en octubre de
1984. De aquel tiempo queda aquí un recuerdo de contaminación, lucha sindical y
reconversión industrial. Y la respuesta ha sido la que suele ser: poner en
juego el músculo de la historia y las tradiciones. No hay más que ver cómo está
estos días la ciudad engalanada de banderolas moradas para las diversas
devociones de Semana Santa; no hay momento en que no se oigan por las calles
los acordes de las bandas de música ensayando para las procesiones.
Pero lo que más me llama la
atención, en Sagunto como en otros lugares de la misma filiación, es esa
reivindicación del pasado romano hecha a partes iguales de fastos
institucionales, reclamos turísticos y variada quincallería decorativa del todo
a cien. El B&B donde me ha dado hospitalidad Inma se llama Domus Atilia y por todos sus rincones
hay reproducciones de diosas y ninfas varias. Mi habitación, grande y
confortable pero algo destartalada, es la Flavia. En la ciudad acaban de
terminar los Ludi Saguntini, un
festival de teatro clásico. Junto al museo histórico se anuncia la Domus Baebia, aula didáctica de cultura
clásica.
Y el restaurante donde como
ahora, mientras escribo, un arroz del
segnoret, se llama El templo de Diana.
En la sobremesa me acerco a
conocer los restos del antiquísimo edificio sacro que le da nombre. Son unos muros
impresionantes, con un aparejo de sillería prácticamente megalítico. Se trata
de un edificio íbero sin parangón. Al decir de los expertos es la única
estructura que dejó en pie Aníbal cuando destruyó la ciudad, por estar bajo la
advocación de alguna diosa local que le impuso respeto. Me detengo a
contemplarlo. Esas mismas piedras dieron cobijo y sombra un día, muchos días, a
las mujeres y hombres de Arse. Me importa recordarlo.
Mientras, en la ciudad se
prepara la magna representación en vivo de la Pasión que, ocupando un gran
escenario en la plaza Mayor, constituye uno de los principales acontecimientos
de la Semana Santa. Resulta todo un viaje en el tiempo descubrir, al alejarme
paseando del templo de Diana, las calles de Sagunto llenas de legionarios
romanos.
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