jueves, 2 de junio de 2022

LOS CELTÍBEROS DEL VALLE DE ALTOMIRA

 


A tan solo hora y media de Madrid, en la Alcarria conquense, los amantes de la arqueología y de los lugares impactantes tenéis una cita inexcusable. Muy cerca del pueblo de Garcinarro, en el Valle de Altomira, en los últimos años se ha excavado y puesto en valor para los visitantes el yacimiento arqueológico de La Cava. Se sitúa en lo alto de un cerro, con el frente occidental, el que mira al valle, muy escarpado, lo que le da un gran valor defensivo. Las excavaciones han sacado a la luz evidencias de ocupación desde la Edad del Bronce (2500-1000 a. C.), con restos de murallas y un extraordinario campo con más de 8000 cazoletas excavadas en la roca, de propósito desconocido. 

La parte principal es de época celtíbera (siglos V-IV a. C.) e incluye un foso defensivo de gran magnitud y un asombroso edificio singular con tres estancias retallado en la roca en la acrópolis del cerro. Fue excavado por un equipo dirigido por el arqueólogo Miguel Ángel Valero en 2019  y no tiene, que yo sepa, parangón conocido. Al menos por mi parte, no recuerdo haber visitado vestigios celtibéricos de una monumentalidad semejante. 

La visita tiene otros muchos alicientes, como las rutas de acceso al yacimiento, que transcurren entre cuevas eremíticas, grabados rupestres y tumbas antropomorfas , con cuidados paneles informativos y, en derredor, un paisaje espectacular. Y merece la pena terminar la visita comiendo recios platos alcarreños en la Casa del Tío Canario, en Garcinarro. 

Yo me acerqué a La Cava a finales del invierno. Éstas son mis notas de aquel día:

 El yacimiento de La Cava ocupa un imponente otero calizo que domina el valle de Altomira y, más allá, la sierra del mismo nombre. Febrero termina aquí con un día frío y plomizo, con un viento afilado que arrastra salvas de lluvia intermitente.

Al pardo del invierno y el gris del cielo se asoma el verde tierno del cereal y las salpicaduras rosadas de los almendros floridos, que dibujan un anticipo aún extemporáneo de la primavera. El asentamiento íbero que va a saliendo a la luz aquí arriba es un lugar mágico. Al otro lado del foso, cubriendo la superficie de un risco de piedra cubierta de liquen, se han excavado miles de cazoletas; da la sensación de que aquí cayó en eras pasadas una lluvia de meteoritos. Estremece imaginar los motivos rituales que esconden esas huellas, esos testimonios humanos en la roca. 

El asentamiento conserva tres estancias excavadas a golpe de pico en la roca madre del cerro. Las cartelas situadas junto a las sendas preparadas para la visita les atribuyen usos variados: lugares de prestigio, de culto heroico, de almacenamiento. Sea cual fuere la razón de su construcción, el conjunto sigue resultando imponente; cada uno de los golpes de pico aún visibles a millares en las paredes es la expresión del aliento de hombres y mujeres que solo por eso han evitado ser borrados por completo de nuestra memoria. 

Abandono el lugar con un recuerdo para aquellas gentes, y con un sentimiento de gratitud a quienes han permitido recuperar su legado: el anterior alcalde, Antonio Fernández Odene y la Asociación Cultural de Garcinarro que ahora preside. Se han tomado la molestia de enriquecer el patrimonio de su pueblo y el de todos nosotros con este proyecto. El resultado es valiosísimo. Esas son las cosas que marcan la diferencia, que merecen la pena.
 


















4 comentarios:

  1. Pues sí que hay paralelismos, muy cercanos, en el yacimiento de Tiermes (Soria), con estructuras defensivas excavadas en la arenisca, de cronología celtibérica

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    1. Tienes razón, y lo he tenido presente, pero yo diría que en este caso la monumentalidad es significativamente mayor. En todo caso, a ver si me acerco a Tiermes a refrescarme.

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    2. Uno de los conjuntos arqueológicos más impresionante de la península ibérica, y por sus características particular posiblemente único en el mundo. Descubierto gracias al tesón y la intuición de Antonio Fernández Odene, y de algunos que lo descubrimos cuando aún estaba colmatado, pero sabíamos lo que había debajo. Lástima que mi querido Curro ya no esté para servirnos de introductor a este misterio único.

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    3. Muchas gracias, Juan Ignacio. Espero que la admiración y la gratitud hayan quedado suficientemente claros en mi post. Era su propósito.

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