El proyecto de creación de un libro de arte para mi Trilogía de Aníbal con Sandra Delgado me resulta apasionante por muchos motivos. Mi paisaje visual de la narración va siendo remplazado por las imágenes de Sandra en un proceso fluido y sin solución de continuidad que me cautiva. Es como si yo tuviera una imagen borrosa que de pronto adquiere nitidez al surgir de los lápices y pinceles, físicos o digitales, de Sandra.
Es como si el recuerdo turbio de un sueño pasara al dominio perdurable de los recuerdos.
Todo comienza con un personaje, un fragmento de texto o una escena que atrapa la atención de ambos. Después se convierte en una propuesta de relato visual, con su escenario, sus protagonistas y figurantes, su decorado, su atrezzo. Todo ello toma forma en un boceto, y después en un dibujo. En el dibujo lo que solo se había imaginado cobra ya a carta de naturaleza de la existencia. En el dibujo los personajes cobran vida.
Aquí tenéis, a modo de anticipo, el dibujo de la próxima ilustración a punto de salir del horno. Asdrúbal levanta el cáliz de Melqart, en presencia de Titayú, frente al templo de Melqart. ¿Lo recordáis?
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