viernes, 13 de enero de 2017

EL SULTÁN ANÍBAL BARCA EN ROMA


Aníbal Barca ocupó un lugar tan destacado en el recuerdo colectivo de los romanos que los Papas, cuando eligieron la decoración de los palacios capitolinos, decidieron dedicarle toda una sala. En ella Iacomo Ripanda, alrededor del año 1610, pintó cuatro grandes frescos con el tema común de las Guerras Púnicas. Se representa la victoria romana en Sicilia y el tratado de paz entre Lutacio Catulo y Amílcar Barca, pero nada impacta tanto como la imagen de Aníbal dirigiendo su ejército por las campiñas itálicas. 

A pesar de que Aníbal representaba el ideal helenístico no menos que los propios romanos, Ripanda nos lo muestra como un sultán otomano, opulento e indolente, tocado con un gran turbante, a lomos de un elefante con orejas que más parecen las alas de un murciélago. Su ejército temible de libios e íberos toma aquí el aspecto de una hueste musulmana. Lo más curioso es que Aníbal representa sin duda ni matices al vencedor. Como si la perspectiva romántica de la Historia le hubiera concedido el triunfo definitivo al que se ganó el derecho en Cannas pero que por algún motivo ignoto dejó escapar.






2 comentarios:

  1. Una maravilla. No la conocía. Muchas gracias por tu estupenda publicación.

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