viernes, 7 de marzo de 2014

La Gran Catástrofe (La Primera Guerra Mundial en el Museo Histórico Alemán)


La Primera Guerra Mundial es algo más, o algo menos, que un acontecimiento bélico en el Museo Histórico Alemán de Berlín. Parece casi un fenómeno de agitación social, de retaguardia, en el que el frente se convierte en un turbio telón de fondo de borrosas imágenes en blanco y negro. Hay, sí, grandes bombas, armas y uniformes expuestos en vitrinas, pero parecen objetos ajenos, que poco tienen que ver con el acontecer de los seres humanos. En el folleto del museo merece tan sólo el siguiente párrafo:

En 1914 las contradicciones políticas de poder en Europa y la carrera armamentista condujeron a la Primera Guerra Mundial. Las esperanzas de una rápida victoria se despedazaron con el fuego nutrido de la guerra de trincheras. En 1918 Alemania se rindió, Guillermo II tuvo que abdicar.

Los paneles dan algunas pistas más. En la Urkatastrophe, la Gran Catástrofe, combatieron 70 millones de soldados, de los que 10 murieron, 8 fueron hechos prisioneros y 20 resultaron heridos. En una fría tabla se precisa. "Deutschland. Gefallene (Caídos): 1808000. Verwundete (Heridos): 4247000. Gafangene (Prisioneros): 618000".

En otro panel leo que 700.000 alemanes murieron durante el conflicto de malnutrición y enfermedades relacionadas. Observo estremecido los cascos perforados por balas y fragmentos de metralla y pienso que un día dieron una falsa sensación de seguridad a quienes los llevaron puestos, seres humanos como yo que tuvieron la mala suerte de vivir, y morir, la época equivocada. Leo el relato de la gran huelga de comienzos de 1918, cuando un millón de trabajadores se lanzaron a la calle gritando Frieden und Brot! (¡Paz y pan!).

Dan que pensar los carteles en que se llama a la población a que compre los bonos que financian la guerra. Los ciudadanos costean la guerra con su vida, su sufrimiento e incluso sus ahorros. Y el argumento para ello es la exacerbación del patriotismo nacionalista, con parecidos argumentos en todos los países contendientes. Claro que hay nacionalismos pacíficos y legítimos, y claro que no es igual moralmente el patriotismo de los agresores que el de los agredidos, ¡pero cuánto dolor han traído a Europa y al mundo aquellos que han hecho valer sus argumentos blandiendo, a modo de espada, una bandera! 














2 comentarios:

  1. Vaya viajecito, no? Buena reseña. ;-)

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  2. Sí, últimamente estoy que no paro. Afortunadamente, Berlín da mucho de sí. Saludos.

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