martes, 6 de abril de 2010

Constantinopla, 29 de mayo de 1453: el mundo antiguo muere en Edirne Kapi


Durante la pasada Semana Santa, Ángela y yo tuvimos la fortuna de pasar unos días en Estambul. Nos quedamos fascinados: la ciudad es una combinación maravillosa de historia, arte, paisaje y una gente hospitalaria con una vitalidad inigualable. Su doble identidad europea y asiática, su carácter de capital imperial durante 1500 años, su papel de encrucijada de mares y continentes, hacen de Estambul un lugar único que es preciso no dejar de conocer.

Y os podéis imaginar todo el material que un lugar así puede proporcionar para un blog como este. Os anticipo que tengo previsto ir colgando aquí algunas entradas sobre temas especialmente impactantes: las murallas de Teodosio (a continuación), la cisterna de la Basílica de Justiniano, el Museo Arqueológico de Estambul y el Sarcófago de Alejandro.

Así que entremos en materia, empezando por el principio.

Vimos las murallas de Teodosio por primera vez desde el café de Pierre Loti, colgado sobre la infinitud de tumbas del cementerio de Eyüp, y nos parecieron como un rosario de torres y piedra vieja cayendo hacia la ancha cinta refulgente del Cuerno de Oro.

Nos apresuramos a ir a su encuentro y las cruzamos por la puerta de Carsio, hoy llamada Edirne Kapi.

Precisamente por ella entró en la ciudad, en la tarde del 29 de mayo de 1453, el sultán Mehmet II El Conquistador, tras un asedio de 54 días en los que la artillería otomana desmontó piedra a piedra un lienzo próximo de la muralla. La noche anterior, el último de los Emperadores bizantinos, Constantino XI, había muerto valientemente defendiendo su ciudad por pura dignidad, sin que a los sitiados les quedara ninguna esperanza.

Al verme junto a los altísimos torreones en los que hoy ondea la bandera turca, recordé la emoción que me había producido leer el relato de aquella última noche en el maravilloso libro El ángel sombrío, de Mika Waltari: Esta es la noche de los griegos. He visto sus tristes ojos sumidos en la melancolía de centurias. Fuera tañen las campanas doblando a muerto por la última Roma. […] Aleo e poli! La ciudad está perdida.

En el preciso instante en que Mehmet II cruzó esa puerta, la misma que atravesábamos ahora nosotros rodeados de una baraúnda de autobuses y pequeños taxis amarillos, se extinguió la llama que había permanecido encendida desde los albores de Grecia. Dos mil quinientos años de mundo clásico llegando a su fin una tarde de mayo en Edirne Kapi. Aunque para entonces Constantinopla no fuera sino un espectro agonizante habitado por 40.000 almas exhaustas, y el Imperio Otomano viniera a dar un nuevo impulso a la ciudad que alumbraría durante décadas nuevas maravillas.

Es paradójico que el mundo clásico muriera en Oriente justo cuando comenzaba a renacer en Italia, de un modo especialmente brillante en la Florencia de Lorenzo de Medici. Tanto los renacentistas de entonces como todos los hombres y mujeres que desde entonces hemos acudido a la fuente de los clásicos nos hemos nutrido de ellos, hemos aprendido su profundo sentido de la libertad, la virtud y la dignidad.

Por más que no hayan dejado de florecer en el mundo las tiranías de dioses, reyes o sultanes, siempre nos quedan los clásicos para recordarnos que el Hombre es el centro de todas las cosas. La mujer y el hombre. Mientras seamos libres, seguiremos siendo griegos.

En el restaurante Çafari Arif (Kumkapi, Estambul)
2 de abril de 2010

10 comentarios:

  1. Un lugar casi mitológico para los amantes de la historia, sin duda.

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  2. Preciosa entrada, Arturo, y feliz retorno!Ya veo con lo que nos vas a tener deleitados por una temporada...

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  3. Qué de recuerdos (Y no lo digo por el siglo XV, que te veo venir).
    Julio

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  4. Gracias por los mensajes, amigos. Buena semana.

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  5. Es una entrada preciosa, Arturo, veo que los recitales de poesía van haciendo mella en tu estilo. Te tienta la épica, pero esta entrada es todo un poema.
    Me alegro mucho de que disfrutáseis tanto. Como diría una gran amiga, esto de vivir es estupendo ;)
    Que pases un buen día,
    María

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  6. Gracias, María. No te falta razón; algo me dice que tanto tú como tu/nuestra gran amiga sois también adictas a las Hazversidades poéticas de Libertad 8. Y eso deja mucha huella.
    Que pases un día... ¡estupendo!

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  7. Constantinopla, eso que ahora llamamos Estambul siempre me ha parecido uno de esos lugares convulsos donde la humanidad se enfrenta a sí misma y a los grandes enigmas colectivos de la existencia. Por eso la he visto cuantas veces he estado en ella como un espacio de emoción: placer y dolor unidos para entrever la verdad. A esa ciudad le aplico lo que en la Eneida Virgilio dijo de los sentimientos humanos: "la herida vive siempre en el fondo del corazón. Se respira por la herida, se canta por la herida y se ama por la herida que adorna el fondo del corazón con sus labios de sangre y su latido". Al Aurans

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  8. Gracias, Al Aurans, precioso comentario. Aunque tal vez en lo últimos tiempos Estambul se esté dando un respiro y aprendiendo a vivir con mucha emoción, pero con menos dramatismo que en el pasado. Creo que Turquía avanza lento pero seguro hacia su "normalización" histórica, completando una transición hacia una democracia plena. Turquía empieza a gustarse a sí misma y eso se nota en la calle. Y qué decir de Virgilio. Que, al igual que la herida, vive también, con los grandes escritores, en el fondo del corazón.

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  9. Visité Estambul hace años por un solo día. Fue una escala de un crucero, al que me acompañó mi hermana "Froiliuba" y desde entonces me quedó una especie de sed de Estambul. Espero poder regresar y visitarla más a fondo, pues lo que pude conocer me fascinó. Y mientras tanto, seguiré tu blog.
    Saludos.

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  10. Entiendo muy bien esa sed, Ninalla, yo he estado cuatro días y ya estoy deseando volver. Así que no lo dudes y anímate a la primera ocasión: ¡está a menos de 4 horas de vuelo! Gracias por pasarte por aquí.
    Un abrazo.

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