sábado, 1 de agosto de 2009

Retrato de Aníbal

Recientemente un visitante de este blog y buen amigo, Reyes, me hacía notar el cariño que muestro hacia el personaje de Aníbal en El heredero de Tartessos, y yo le reconocía mi fascinación por él. Ciertamente creo que Aníbal fue una de esas escasísimas personas capaces de romper todos los moldes de su tiempo, de servir de punto de apoyo a las palancas que mueven los acontecimientos del mundo que habitan. Otra persona así fue Alejandro Magno.

En mi visión de Aníbal sin duda tuvo una gran influencia el famoso Retrato que de él hizo Tito Livio en el Libro XXI de la Historia de Roma desde su fundación. Lo reproduzco a continuación, y que cada cual saque sus conclusiones.

"Enviado Aníbal a Hispania, nada más llegar se ganó a todo el ejército: los soldados veteranos tenían la impresión de que les había sido devuelto el Amílcar joven; veían la misma energía en sus rasgos, la misma fuerza en su mirada, la misma expresión en su semblante, idéntica fisonomía. Después, en muy poco tiempo, consiguió que lo que tenía de su padre fuese lo menos importante en orden a granjearse las simpatías. Nunca un mismo carácter fue más dispuesto para cosas enteramente contrarias: obedecer y mandar. No resultaría fácil, por ello, discernir si era más apreciado por el general o por la tropa. Ni Asdrubal prefería a ningún otro para confiarle el mando cuando había que actuar con valor y denuedo, ni los soldados se mostraban más confiados o intrépidos con cualquier otro jefe. Era de lo más audaz para afrontar los peligros, y de lo más prudente en medio del mismo peligro. No había tarea capaz de fatigar su cuerpo o doblegar su moral. El mismo aguante para el calor y el frío; su manera de comer y beber, atemperada por las necesidades de la naturaleza, no por el placer; el tiempo de vigilia y de sueño, repartido indistintamente a lo largo del día o de la noche; el tiempo que le quedaba libre de actividad era el que dedicaba al descanso, para el cual no buscaba ni muelle lecho ni silencio: muchos lo vieron a menudo echado por el suelo, tapado con el capote militar, en medio de los puestos de guardia o de vigilancia militar. No se distinguía en absoluto entre los de su edad por la indumentaria, sí llamaban la atención sus armas y caballos. Era, con diferencia, el mejor soldado de caballería y de infantería a un mismo tiempo; el primero en marchar al combate, el último en retirarse una vez trabada la pelea. Las virtudes tan pronunciadas de este hombre se contrapesaban con defectos muy graves: una crueldad inhumana, una perfidia peor que púnica, una falta absoluta de franqueza y de honestidad, ningún temor a los dioses, ningún respeto por lo jurado, ningún escrúpulo religioso. Con estas virtudes y vicios innatos militó durante tres años bajo el mando de Asdrúbal, sin descuidar nada de lo que debiera hacer o ver quien iba a ser un gran general."

Interesante, ¿verdad? Para que el gran Tito Livio le dedicara un texto así, Aníbal realmente debió dejar una impresión duradera en la memoria y la consideración de los romanos. Por mi parte, no puedo dejar de considerar los vicios que Livio atribuye a Aníbal como una desacreditación del enemigo a título póstumo. Entre la verdad y el honor de Roma, Livio siempre tuvo claro que debía escoger lo segundo.

Saludos a todos,

Arturo

1 comentario:

  1. Aun convaleciente e insomne, resulta admirable el dibujo de Aníbal, tanto en Livio como en Gonzalo Aizpiri ;-)

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