Y ese anhelo se convirtió en realidad ayer. Ciertamente fue un día memorable. Me sentí inmensamente feliz por contar con tanta gente dispuesta a tomarse la molestia de venir a compartir con Ángela y conmigo un día como ese. Gracias a todos.
Y disfruté también como un niño con zapatos nuevos de la sensación incomparable de dedicar mi libro a lectores desconocidos, que quizá en este mismo instante estén leyendo las palabras que yo escribí un día para ellos. Espero que alguno de ellos se decida a visitarnos también en este blog. Ayer en la Feria del Libro me convertí en escritor porque por primera vez supe de verdad lo que significa tener lectores.