jueves, 18 de septiembre de 2025
Homenaje a LUIS BELLO en el Cementerio Civil de Madrid
domingo, 31 de agosto de 2025
Una milenaria fraternidad humana en el MUPAC
El Museo de Paleontología y Arqueología de Cantabria en Santander, MUPAC, nos deparó una gratísima
sorpresa. Hace un recorrido muy bien musealizado desde el Paleolítico hasta la
Edad Media en Cantabria, con abundantes recursos multimedia que funcionan a la
perfección, lujo este al que estamos poco acostumbrados en estos días de
presupuestos públicos low-cost. La colección paleontológica es impresionante,
como corresponde a los yacimientos de las cuevas cántabras, un conjunto único
en el mundo. Nos impactó especialmente la recreación de un espacio habitado
magdaleniense, hallado intacto en la cueva de La Garma, fechado entre el 14.400
y el 13.300 a. n. e. Allí salieron a la luz dos de las obras maestras de la
maravillosa colección de arte mueble paleolítico del museo: sendas piezas de
hueso con cabezas de cabra talladas en ambas caras. Conmueve contemplar la
capacidad artística y simbólica de aquellos seres humanos de hace 16.000 años.
Produce una inefable sensación de fraternidad.
Hay otras muchas joyas
arqueológicas: el llamado caldero de Cabárceno, del Bronce final o
inicios de la Edad del Hierro, o las estelas cántabras gigantes, como la de
Zurita, con sus 2m de diámetro grabados con jinetes y guerreros, y las de
Lombera, decoradas con crecientes lunares. Atravesando una cabaña prerromana,
que exhibe piezas como la tésera del Castro de las Rabas y el espacio dedicado
a las guerras cántabras (29-19 a. n. e.) se llega a una sorprendente Domus
romana, en la que se recrean escenas de la vida cotidiana romana con
proyecciones en vídeo a tamaño natural en tres paredes de una amplia estancia.
martes, 19 de agosto de 2025
¡HISPANO! GLADIADORES ROMANOS EN ALCALÁ DE HENARES
Una buena forma de
aprovechar alguno de los últimos días de vacaciones es ir a ver la exposición «¡Hispano!
Gladiadores en el Imperio Romano» en el Museo Arqueológico y Antropológico dela Comunidad de Madrid en Alcalá de Henares. El MARPA, dirigido por Enrique
Baquedano, nunca defrauda, sacando el máximo partido al cuadrilátero del
antiguo claustro del convento complutense de la Madre de Dios.
La exposición aborda desde
diversos ángulos la actividad gladiatoria en la antigua Roma, desde las
diversas modalidades y panoplias de los combatientes de la arena ―tracios,
samnitas o mirmillones, entre otros―, hasta la compleja logística asociada, por
ejemplo, para el suministro de animales salvajes, pasando por la creación de
escuelas de gladiadores y la construcción de imponentes anfiteatros para las
grandes representaciones populares. Es terrible constatar la escala y el grado
de industrialización que alcanzó un aspecto de la civilización romana, con
extremos casi increíbles de barbarie y crueldad.
Para ello la exposición
cuenta con piezas traídas de numerosos museos de España e Italia, y completa la
espectacular puesta en escena con un anfiteatro en el espacio central, en el
que se proyecta un notable vídeo y se llevan a cabo, en fechas señaladas,
recreaciones históricas de combates de gladiadores. Aprovechando el tirón de
las películas de Gladiator, el MARPA consigue una vez más atraer a un
gran número de visitantes a una exposición tan amena como rigurosa.
jueves, 24 de julio de 2025
ALAS PARA LA GUERRA: ARATIS Y LA CELTIBERIA EN EL MAN
Si hubiera que elegir una exposición arqueológica imprescindible este año en España, creo que una buena candidata para ello sería «Alas para la guerra. Aratis y la Celtiberia», visitable en el MAN hasta el 5 de octubre.
La exposición toma como hilo conductor las piezas recuperadas por España tras el horroroso expolio del yacimiento aragonés de Aranda de Moncayo para dar una visión sobre la Celtiberia, especialmente en su vertiente militar. Incluye una muestra de todos los tipos de cascos utilizados en la Celtiberia, como los de Numancia, Alpanseque-Almaluez, Aguilar de Anguita y, sobre todo, los espectaculares hispano-calcídicos procedentes de la antigua ciudad de Aratis, cuyos restos han salido a la luz, la mayor parte víctimas del expolio, en Aranda de Moncayo. Siete de ellos sobrecogen en una sala en penumbra, hábilmente iluminados en sus vitrinas para sugerir la presencia espectral de los guerreros que los portaron.
Hay también otros ejemplos
de la panoplia celtíbera, como puntas de flechas, espadas y puñales con
hermosas empuñaduras decoradas con plata, placas pectorales y de cinturón y arreos
de caballos; y piezas legendarias, como el Vaso de los Guerreros de Numancia,
traído del Museo Numantino, o la trompeta cerámica de Castilterreño, en Soria.
Es una exposición magnífica,
pero, a mi juicio, lleva a cabo una exposición demasiado superficial y neutra del
expolio cometido en Aratis y del azaroso modo en que se recuperaron numerosas, pero no
todas, las piezas robadas. Sin quitarle mérito al esfuerzo por rescatar el patrimonio robado, está ausente la necesaria autocrítica por no haber sabido nuestras autoridades impedir un expolio sistemático que, durante años, involucró el uso de
maquinaria pesada y causó un destrozo arqueológico descomunal, dando salida
ilícita de España a innumerables joyas arqueológicas que terminaron en casas de
subastas tan notorias como Christie’s, a plena luz del día. Es imprescindible
que entendamos cómo sucedió y qué falló para que no vuelva a ocurrir, para que
España deje de ser, de una vez y para siempre, un paraíso de los expoliadores.
martes, 15 de julio de 2025
EL DENARIO DE LOS IDUS DE MARZO (Tras las huellas de César XXXVI)
La llamada «Vitrina Cero», que cada mes da la bienvenida a los visitantes del museo con un conjunto expositivo dedicado a algún tema de singular interés, estuvo dedicada durante el pasado mes de marzo ni más ni menos que a los Idus de Marzo. La vitrina era, al mismo tiempo, un buen ejemplo de los azares que, a menudo, acompañan a la arqueología. Resulta que en 1733 se encontró casualmente en Ontígola (Toledo) un tesorillo de denarios romanos perdido en los primeros años del gobierno de Tiberio (14-37 d. C.), acuñados en una gran variedad de cecas entre los años 155 a. C. y 16 d. C. La mayoría se habían emitido durante las guerras que se desarrollaron en suelo hispano en el siglo I a. C., pero había otras de procedencias más lejanas.
Tres de los denarios me llamaron
especialmente la atención.
El primero era del 44 a. C. y fue
acuñado en Roma por César y L. Emilio Buca. Lo extraordinario es que representa
al propio César en lo que se considera el primer retrato de un romano vivo
sobre una moneda. Como decía la cartela, «Con ello, César seguía el ejemplo de
los reyes helenísticos, dando un argumento a quienes creían que su objetivo era
ser rey».
El segundo era el conocido como “Denario de los Idus de Marzo”. Fue acuñado en la ceca móvil que acompañaba a Marco Junio Bruto durante su campaña en Grecia y Asia Menor en 43-42 a. C. Consciente del papel propagandístico de las monedas, Bruto acuñó en el reverso del denario la fecha del magnicidio—EID MAR—y dos puñales flanqueando un pileo, «el gorro que para los romanos simbolizaba la libertad ganada con virtus: valor y esfuerzo». Bruto se vanagloriaba así de haber acabado con la tiranía.
El final de la historia lo narraba el tercer denario. Fue acuñado años más tarde, probablemente en la Colonia Patricia Corduba, en 18 a. C., en época de Augusto. Representa el templo de Marte Vengador que Octavio erigió en Roma en agradecimiento por la victoria en la batalla de Filipos sobre los asesinos de César comandados por Marco Junio Bruto y Cayo Casio Longino, quienes se suicidaron en la derrota. La figura de César salía así, póstumamente, victoriosa.