Del arco romano de Bará, en Tarragona, decía hace algunos meses en este blog: "El arco de Bará fue construido a finales del siglo primero d. C. por disposición testamentaria del tres veces cónsul Lucio Licinio Sura y está dedicado al emperador Augusto. Sirvió en su momento para señalar el límite del territorio administrado por Tarraco. Hoy se encuentra en una isleta entre ambos sentidos de la carretera N-340, que sigue en esta zona exactamente el mismo trazado que la legendaria Vía Augusta de la Antigüedad."
Rescatando ahora el dibujo arqueológico que hice entonces, no puedo dejar de preguntarme cuántas de las obras de nuestros días, y más aún de las que puede financiar con su peculio un ciudadano particular, por muy ex-cónsul que sea, seguirán en pie, para asombro de los transeúntes, dentro de dos mil años.
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