martes, 9 de agosto de 2022

ARCOS ROMANOS EN TARRAGONA: un milagroso ejemplo de perdurabilidad

 


El patrimonio romano en Tarragona es realmente impresionante. De los maravillosos restos arqueológicos que dan testimonio de la grandeza de la antigua Tarraco, capital de la provincia Hispania Citerior Tarraconensis, he hablado ya en otras ocasiones en este blog y no tardaré en seguir haciéndolo. Hoy, sin embargo, llamo vuestra atención sobre dos monumentos extraordinarios que pueden visitarse en el Ager Tarraconensis, como hicimos ayer Ángela y yo. Se trata del arco de Bará y del acueducto de Les Ferreres. Tan solo 20 kilómetros los separan.

El arco de Bará fue construido a finales del siglo primero d. C. por disposición testamentaria del tres veces cónsul Lucio Licinio Sura y está dedicado al emperador Augusto. Sirvió en su momento para señalar el límite del territorio administrado por Tarraco. Hoy se encuentra en una isleta entre ambos sentidos de la carretera N-340, que sigue en esta zona exactamente el mismo trazado que la legendaria Vía Augusta de la antigüedad. 

En cuanto al acueducto, es fácilmente accesible desde una zona de descanso bien señalizada en la AP7 cuando se circunvala Tarragona en dirección sur. También llamado Puente del Diablo, forma parte de la conducción de 25 km que llevaba el agua del río Francolí a la ciudad. Fue construido precisamente por Augusto en el siglo I a. C. y hoy emociona ver sus dos niveles de 36 arcos superpuestos, que alcanzan una altura de 27 m, salvando un valle de frondosa vegetación mediterránea. Que esta obra de sillares unidos en seco siguiera en funcionamiento durante 18 siglos y que hoy se mantenga en pie como un milagroso ejemplo de perdurabilidad de la obra humana es algo que no se puede dejar de celebrar.













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