martes, 28 de diciembre de 2010

¿Quién escribe el relato de la historia de España? (Reflexiones sobre la novela histórica española)

Recientemente participé en una mesa redonda sobre la novela histórica española organizada por los amigos de Hislibris. Me gustaría compartir con vosotros las notas que sirvieron de base para mi intervención. Huelga decir que cualquier comentario será más que bienvenido.

Abrazos a todos y mis deseos de que 2011 sea el año en que podamos dejar atrás esta amarga crisis.

¿Quién construye el relato de la historia de España?

En los últimos días estoy viendo la serie de TV Los Tudor, que relatan los acontecimientos en la corte de Inglaterra durante los primeros años del reinado de Enrique VIII. Algunos de los personajes más prominentes son la reina Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos, e incluso el propio Emperador Carlos V. Inevitablemente, dada la debilidad de la enseñanza de la historia en nuestra secundaria, quienquiera que vea la serie la tendrá como una referencia principal para interpretar aquel periodo.

Esto me lleva a la reflexión que quería hacer hoy aquí. En nuestros días, ¿quién construye el relato de la historia de España? No es una pregunta baladí. El nuestro es un país con graves problemas de identidad, a menudo cohibido por una corrección política definida desde los nacionalismos periféricos, o desde una izquierda con nostalgias republicanas. Abordar la historia de España desde los medios de comunicación masivos es un ejercicio que siempre entraña el riesgo de hacernos caer en uno de los extremos: la afirmación de España mediante un cierto nacionalismo conservador, esencialista e imperial, o su puesta en tela de juicio a través de la historia reinterpretada por los nacionalismos vasco o catalán. Para evitar riesgos, lo mejor parece ser la ambigüedad.

Un buen ejemplo es la serie Águila Roja, súper producción de nuestra televisión pública. ¿Dónde transcurre? ¿Quién es el Rey de España en ese momento? ¿Cuáles son los grandes temas de la agenda española y global en esa hora histórica? Mejor no arriesgarse a ofender a nadie, y situar la serie en un marco ficticio, impreciso.

En Los Tudor, Catalina de Aragón aparece como una mujer religiosa, pero ecuánime y leal. Durante la celebración de un torneo, el cardenal Wolsey se admira de su popularidad. Tomás Moro le responde: “Es la hija de Isabel y Fernando. Tal vez la gente piense que es como debe ser una reina.” Carlos V es todo un hombre de Estado, solvente y cabal. Uno diría que los ingleses han superado sus leyendas negras y han aprendido a contar su relato sin ofender a los demás. Nosotros aún no parecemos haber aprendido a contar nuestro relato sin ofendernos a nosotros mismos.

Y creo que en el mundo hay dos categorías de países: aquellos que escriben su propio relato, y aquello cuyo relato es escrito por otros.

Creo que la novela histórica puede ser un magnífico medio para construir un relato que llegue al gran público. Desde luego, me gustaría que mis novelas contribuyeran a ello. Tal vez por ello he escogido una época en la que abundan particularmente las ideas preconcebidas y los prejuicios: la de la España prerromana. Tanto lo celtibérico como lo carpetovetónico remiten a cualidades primitivas, atávicas.

Me gustaría contribuir a una novela histórica española que reúna las siguientes características:

Que ayude a construir el relato histórico de nuestro país, reconociendo la diversidad y la pluralidad de España, pero también el poderosísimo tronco de historia común. Que aborde nuestras grandezas con moderación y sentido crítico, y nuestros fracasos con afecto y ánimo constructivo.

Que ofrezca a los lectores historias veraces y divertidas, historias libres de prejuicios, que hagan pensar, que nos ayuden a conocernos mejor, a reconciliarnos con nosotros mismos. Historias abiertas, inclusivas, generosas, que no le sirvan de mercenario ideológico a ninguna visión parcial de España.

Que busque la calidad literaria, siguiendo los pasos de los grandes narradores españoles que han cultivado el género: Salvador de Madariaga, Miguel Delibes, Vicente Blasco Ibáñez. Y, sobre todo, el mejor ejemplo de todo lo que he dicho: Benito Pérez Galdós.

Obviamente, yo estoy muy lejos de poder contribuir con efectividad a esos objetivos. Soy muy consciente de mis limitaciones en términos de dedicación y de talento. Pero sepan, simplemente, que cualquier contribución que pueda hacer, trataré de que sea en esa dirección.

jueves, 2 de diciembre de 2010

El rostro de la Guerra Fría en el Paralelo 38


El 13 de noviembre visité la Zona Desmilitarizada que separa las dos Coreas y escribí el texto que sigue. No podía imaginar que, pocos días después, Corea del Norte atacaría la isla surcoreana de Yeonpyeong, causando cuatro muertos, dos de ellos civiles, y poniendo a la península nuevamente al borde de la guerra.



Esta mañana hemos visitado el último lugar del mundo donde aún permanece viva y tangible la Guerra Fría. Me refiero a la Zona Desmilitarizada (DMZ) que separa, a lo largo del Paralelo 38, a las dos Coreas.

El 25 de junio de 1950, el ejército del régimen comunista de Corea del Norte, con el apoyo de la Unión Soviética y de China, comenzó la invasión de su vecino del sur, buscando corregir el reparto de poder que el final de la Segunda Guerra Mundial y la desaparición del imperio japonés había dejado en la región. Estados Unidos, al frente de una coalición articulada por Naciones Unidas, acudió en auxilio de Corea del Sur, y la guerra que siguió dejó cinco millones de víctimas, el país devastado y la frontera aproximadamente en el mismo sitio en que estaba al inicio de las hostilidades. El armisticio (que no tratado de paz) firmado en Panmunjon el 17 de julio de 1953 puso fin a aquel colosal episodio de barbarie humana.

Desde el Observatorio Dora miro por el catalejo hacia Corea del Norte. Más allá de las alambradas y las casamatas, del altísimo mástil metálico con la bandera de la estrella roja ondeando perezosamente en su cúspide, veo difuminados en la bruma los pueblos del último país estalinista del mundo. Me estremezco pensando en la ferocidad de la dictadura que gobierna con mano atroz ese territorio de colinas extendiéndose hasta el horizonte. Un país donde uno de cada veinte ciudadanos es militar; donde la tercera parte del presupuesto nacional se dedica al ejército; donde el cadáver embalsamado del Gran Líder, Kim Il Sung, es adorado como un dios en un mausoleo que costó cien millones de dólares en una época en la que un millón de norcoreanos murieron de hambre; donde se estima que doscientas mil personas están encerradas en campos de concentración.

Bajamos con un casco en la cabeza y la compañía de un soldado a las entrañas de la tierra para visitar el túnel número tres, uno de los cuatro descubiertos hasta el momento que, partiendo de Corea del Norte, alcanzan el territorio del sur. Una vez terminado, hubiera permitido que treinta mil soldados cruzaran secretamente la frontera en una hora. Las familias coreanas y los americanos de la base de Seúl se agolpan en ese angosto espacio excavado a golpe de pico y de cartuchos de dinamita en la roca viva. Todo rezuma humedad y estupor: en las miradas hay más incredulidad que temor.

Corea del Norte ha probado misiles con un alcance de dos mil kilómetros y tiene probablemente armas nucleares. Son sus nuevos túneles, más largos y mortíferos que los anteriores.

Volvemos a Seúl con una sombra sobrevolándonos el alma. Hemos visto el rostro criminal de la Guerra Fría en la DMZ. Me pregunto cuándo decidirá China poner fin a esta locura. El mundo será un lugar mejor cuando eso ocurra.


Seúl, 13 de noviembre de 2010

Nota: todas las fotos son mías, excepto la del mástil con la bandera norcoreana, que ha sido obtenida de Wikipedia.





viernes, 26 de noviembre de 2010

HISPANIA: Novelas e historia de la antigua Iberia

La convocatoria tiene irresistibles atractivos.

Por una parte, podréis participar en un debate sobre las novelas históricas ambientadas en la España antigua. Con vosotros estaremos tres autores del género: Rufino Fernández (La sombra del mercenario. Memorias de un viejo ibero), León Arsenal (El hombre de la plata) y yo mismo (El heredero de Tartessos). En estos momentos de furor hispánico televisivo, seguro que el debate dara mucho de sí.

Y, por otra, la casa invita a la cerveza, para que la charla cuente con animación garantizada.

Nos vemos en El Caldito.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Entrevista a Arturo Gonzalo Aizpiri en "Ilike Magazine"


Javier Pellicer, escritor y amigo, ha publicado una entrevista conmigo en Ilike Magazine (¡gracias, Javier!), con una estupenda caricatura de Pablo Pino. Ilike Magazine es una magnífica revista cultural en Internet que os animo a seguir regularmente. El último número podéis descargarlo en:


Y, en cuanto a la entrevista, os la reproduzco a continuación:

Entrevista a Arturo Gonzalo Aizpiri

—En primer lugar, me gustaría situar la acción de tu novela. “El heredero de Tartessos” transcurre en tiempos de la invasión de Cartago a la Península Ibérica, hace más de 2200 años. ¿Cuál fue el motivo de elegir ese momento de la Historia?

— Creo que el desembarco de Amílcar Barca en Gadir en el año 237 a. C. hace que España irrumpa súbitamente en la Historia. Hasta ese momento la Península Ibérica era un territorio en gran medida legendario, dominado por la impronta mítica de Tartessos, con una participación muy limitada en los grandes acontecimientos del ámbito mediterráneo. Y de la noche a la mañana nuestro suelo se convierte en uno de los escenarios clave de la lucha por el poder en el mundo antiguo, entre Roma y Cartago. Además, es una época fascinante por el gran número de pueblos muy diversos que confluyen en ella, lo que permite presentar al lector personajes de uno y otro lado del conflicto que despliegan creencias y sentimientos tan complejos y fascinantes como los del momento histórico que les ha tocado vivir.

—Cuéntanos brevemente el argumento de la novela.

— Tras su desembarco en Gádir, Amílcar, acompañado por su hijo Aníbal, comienza una campaña de conquista que lo lleva a remontar poco a poco el valle del Guadalquivir. Derrota a los turdetanos, con su ejército mercenario acaudillado por los celtíberos Istolacio e Indortes, y conquista también grandes ciudades Oretanas como Ipolka y Kástulo. Pero al llegar a la ciudad de Hélike, situada en las serranías del alto Segura, se encuentra con una fiera resistencia, dirigida por el rey Orissón, que lo obliga a iniciar un asedio. Éste es el punto en que comienza la novela.
Consciente de que la resistencia no podrá prolongarse mucho tiempo, el rey Orissón decide enviar una petición de ayuda a los Ólcades del norte, un belicoso pueblo celtíbero que habita los montes de lo que hoy es la provincia de Cuenca. Y el azar hace que un guerrero ólcade, Gerión, sea testigo del enfrentamiento entre los enviados de Orissón y una patrulla de soldados cartagineses. El celtíbero se ve impulsado a tomar partido, y esa decisión lo conducirá a conocer aspectos insospechados de su propio pasado y a jugar un papel protagonista en los trascendentales acontecimientos que están a punto de cambiar el destino de Ispania.

—“El heredero de Tartessos” está catalogada como novela histórica, pero tiene un inconfundible aroma épico y aventurero, muy cercano a la literatura fantástica. ¿Es algo intencionado?

—Cuando uno escribe una novela, de algún modo vuelca en ella toda su biografía literaria, todo lo que a lo largo de los años como lector le ha dejado huella. Y, siendo cierto que siempre he sido un gran lector de literatura fantástica, no me cabe duda que he incorporado a mi forma de escribir el lenguaje del género. He oído decir a algún escritor que un novelista escribe las historias que le gustaría leer. Creo que en gran medida es así.

—Tu manera de narrar, el estilo preciosista y la forma en que describes, es muy “Tolkien”. En ocasiones incluso raya lo poético.

—Has dado en el clavo. Soy tan apasionado de Tolkien como de la poesía. Probablemente de Tolkien he tomado ese particular sentido del transcurso del tiempo y del espacio, esa atención al viaje tanto como al destino. Y la intención épica de muchas escenas de la novela.
Y de la poesía me quedo con la intención de buscar la emoción y la máxima efectividad y precisión de cada palabra que escribo. Creo que nada como la poesía a ayuda a un escritor a eliminar lo superfluo, y a conseguir que el lenguaje haga al lector evocar imágenes que le den verosimilitud personal al texto.

—La documentación es una de las claves en cualquier novela histórica, más aún cuando se habla de una época tan lejana en el tiempo y relativamente poco conocida por el público en general. ¿Cuáles han sido tus fuentes principales?

— Afortunadamente en los últimos tiempos se está enriqueciendo con gran rapidez la bibliografía sobre la protohistoria de España; la novela incluye una breve bibliografía de aquellos libros que me han resultado más reveladores. Puestos a destacar a alguno, tengo que citar a Diodoro Sículo, Plinio y Pomponio Mela entre los clásicos; y a Francisco Burillo, Manuel Bendala, Francisco Gracia y Pedro Barceló entre los contemporáneos. Me he convertido también en visitante asiduo de algunos de nuestros sufridos museos arqueológicos, como el Museo Arqueológico Nacional de Madrid y el Museo de Arte Ibérico de Jaén.

—¿Has visitado personalmente los lugares donde transcurre la historia?

— En efecto. No sé bien cómo conseguí convencer a mi mujer, Ángela, para que me acompañara a recorrer las provincias de Cuenca, Albacete y Jaén, localizando los parajes de la novela y visitando algunos sitios arqueológicos. Recomiendo particularmente a los lectores visitar, en la provincia de Cuenca, Villalba de la Sierra y la antigua Valeria, asomada al desfiladero del río Gritos, y las alturas entre Elche de la Sierra y Ayna, en Albacete.

—El misterio que envuelve a la leyenda de Tartessos, una especie de Atlántida ibérica, impregna toda la novela de un modo sutil. Es quizás otro punto en común con la obra de Tolkien. “El Señor de los Anillos” también cuenta con sus propios mitos de trasfondo, que dan solidez al conjunto. ¿Fue esa tu intención al apostar por tratar este mito?

—Yo diría que no he podido escapar a la seducción que ejerce sobre todos los interesados por la Historia el carácter mítico y legendario de Tartessos. El hecho de que nunca se haya descubierto la ubicación de la capital de aquel reino, a pesar de haber dedicado a ello sus esfuerzos grandes arqueólogos, comenzando por el hispanista alemán Adolf Schulten, arroja un halo de misterio sobre ella. Firmando en la Feria del Libro, han sido numerosos los lectores que se han acercado para preguntarme: “Pero, ¿existió de verdad Tartessos?”.

—Los personajes son mayoritariamente ficticios, aunque uno de los que no, Aníbal Barca, ha sido protagonista de otras novelas históricas. ¿Fue complicado construir tu propia versión del famoso conquistador cartaginés? ¿Te has dejado influenciar por otras novelas que trataban al personaje?

—Me atrae poderosamente la figura de Aníbal; lo veo como el sucesor de Aquiles y de Alejandro, figuras capaces de dejar una huella indeleble en quienes los conocieron, y también en el imaginario colectivo de la humanidad. Además, creo que Aníbal encarna un proyecto “imperial” basado en la diversidad, mientras que el modelo romano se basó en mayor medida en la uniformidad.
Y, aunque en efecto he leído otras novelas sobre Aníbal, creo que no me han influido mucho, porque sitúo al personaje en una edad, la más temprana juventud, que ha sido relativamente poco tratada. Quizá la influencia más clara que he tenido ha sido el famoso Retrato que de él hizo Tito Livio en el Libro XXI de la Historia de Roma desde su fundación. Pero sobre todo he intentado imaginar cómo debió ser un joven púnico sumergido desde la infancia en el corazón de los acontecimientos políticos y militares de aquel tiempo, y fascinado con la figura de Alejandro Magno y del mundo helenístico.

—Uno de los personajes, Anglea, resume un poco la visión que los íberos tenían de la mujer, a la que tenían en alta estima. Tenemos mucho que aprender hoy en día de sociedades que siempre hemos creído bárbaras, ¿no crees?

—Desde luego, todas las fuentes coinciden en atribuir un notable papel a las mujeres dentro de las sociedades prerromanas. Anglea es la expresión de ese papel, y simboliza además la capacidad que le atribuyo a las mujeres de corregir muchos de los errores y desequilibrios que siempre ha mostrado la sociedad moldeada por los hombres. Anglea toma las armas cuando es preciso, pero equilibra esa aceptación de la violencia con una personalidad también atenta a la afectividad, la humanidad, incluso el humor y la intuición. Es también una persona pragmática y positiva, pero abierta a la dimensión mágica y enigmática de la existencia. Creo que queda claro que soy un admirador incondicional de Anglea.

—“El heredero de Tartessos” es tu primera novela, fruto de más de cinco años de trabajo según aseguras. Pero, ¿es tu primer trabajo literario, o hay obras anteriores guardadas en el disco duro de tu ordenador?

—Desde que tengo uso de razón he sido un escritor compulsivo y he hecho un poco de todo: relatos, traducciones, ensayos, artículos profesionales. Pero El heredero de Tartessos es mi primera novela. Y he descubierto que es una experiencia extraordinaria, en la que un escritor puede explicarse a sí mismo por completo. Así que no será la última.

—¿Qué tal el trabajo con la editorial? ¿Ha sido gratificante?

—Mi editor, Alberto Santos, ha sido clave para convertir en realidad el proyecto de El heredero de Tartessos. Me mostró el camino que lleva desde un montón de folios recién salidos de la impresora hasta una novela en el mostrador de una librería. Un camino mucho más laborioso de lo que yo me hubiera imaginado. Y me ayudó a pulir el manuscrito, haciéndolo más sólido, más solvente. Ha merecido la pena.

—“El heredero de Tartessos” parece gozar de una salud envidiable, habida cuenta de que ya ha traspasado con éxito la segunda edición. ¿Estás satisfecho, o aún esperas más de la novela?
—Estoy feliz y más que satisfecho con el éxito que está teniendo el libro. Pero, puestos a soñar, ¿por qué no ir aún más allá? No pocos lectores me han comentado que la novela tiene un ritmo muy cinematográfico. Así que, ¿quién sabe?, tal vez algún día alguien se anime a llevar a Gerión y a Anglea a la gran pantalla.

—La promoción de la novela te ha llevado a muchos lugares de España. ¿Qué tal la experiencia de contactar con el lector?

—Si tuviera que dar una sola razón por la que amo escribir novelas, no sería el tiempo de feliz intimidad escribiendo en el cuaderno o en el ordenador, rodeado de libros y mapas. Lo más hermoso es el encuentro cara a cara con los lectores, conversar unos minutos, entregar el libro y estrechar la mano sabiendo que entre Dora o Alfonso o Josep o Stefan o Alicia o Álvaro y yo mismo acaba de crearse una complicidad única. Ellos y yo compartimos un relato, un paisaje, un conjunto de personajes, una aventura. Es algo completamente adictivo.

—¿Cuáles son tus próximos proyectos literarios?

—Estoy comenzando a trabajar en una nueva novela. Y, dado que a medida que he profundizado en la época de la presencia cartaginesa en la Península Ibérica, me ha ido pareciendo cada vez más fascinante, espero continuar explorándola.

—Arturo, ha sido un placer charlar contigo. Mucha suerte con la novela y esperemos que sea la primera de muchas.

—El placer ha sido mutuo, Javier, muchas gracias. Y suerte también a este espléndido proyecto que es Ilike Magazine.

sábado, 23 de octubre de 2010

Emerge "El Periscopio"


Hace poco más de dos años, en un jardín de la calle Poniente de Madrid, un grupo de amigos decidimos acometer por fin un proyecto que llevaba latiendo entre nosotros desde mucho tiempo atrás. Se trataba de hacer libros juntos. Ya lo habíamos imaginado en tertulias casi adolescentes en un ático de la calle Covarrubias, y mucho después en aquellos dos años intensos y canallas que compartimos en una casa de entrañas de granito y aire transparente a los pies de La Maliciosa. Regalarnos mutuamente palabras, hacer de la literatura un cauce por el que discurrir juntos, construir libros colectivos.

Ese sueño surgió de nuevo aquella noche, y traía ya un nombre: El Periscopio. Poco a poco, en encuentros dominicales o en comidas apresuradas encajadas en la densidad de los días laborables, fuimos entendiendo lo que realmente queríamos hacer:

Queremos conocer el discurrir de los tiempos, entender las dudas, las ambigüedades, los claroscuros. Y hacerlo utilizando la lente de los libros de viaje. Porque un viajero es un testigo del mundo que no pretende contar más que su propia vivencia, directa e individual, lo que ven sus ojos. Aunque en la trastienda de esos mismos ojos aún se agiten siempre los ideales, los prejuicios, las convicciones del viajero, su biografía, sus temores y esperanzas, sus sueños y anhelos. Queremos recuperar con un periscopio que emerge en el corazón del tiempo, las voces de aquellos viajeros. Sus puntos de vista. Tal vez, desde la pluralidad de caminos y caminantes que caben en nuestro planeta, seamos capaces de entender mejor por qué hombres y mujeres como nosotros responden de modos tan diversos a los desafíos que su época les pone ante sí. Y por qué nuestra gran comunidad humana tiene que pagar precios tan altos por ensanchar el espacio de la dignidad.

Propusimos el proyecto a los amigos de Ediciones Evohé y, una tarde de julio en el café Libertad 8 (¡cómo no!), antes de salir a celebrar con La Roja la victoria en el Mundial de Fútbol, acordamos acometerlo juntos.

Y ahí está ya, en ese instante asombroso de convertirse en realidad, de ver la luz. Gracias, amigos de El Periscopio y de Evohé. Es reconfortante ver que los sueños y la amistad son ajenos a la ley de la gravedad, y pueden hacernos elevarnos con ellos. Ójala muchos decidan ahora acompañarnos en ese viaje.

Si queréis conocer mejor El Periscopio:

http://elperiscopio.edicionesevohe.com/

Y, si queréis asistir a la pre-presentación en familia y comprobar lo maravillosamente que han quedado los dos primeros títulos:

http://www.hislibris.com/cervezas-y-libros-vii-biografias-literatura-e-historia-con-una-voz-diferente/

lunes, 11 de octubre de 2010

Fertilización cruzada en las "Hazversidades poéticas" de Jaime Alejandre


Con sus Hazversidades poéticas, Jaime Alejandre ha conseguido al mismo tiempo varias cosas muy valiosas. Primero, como es obvio, el objeto principal de la iniciativa: crear un espacio en el que se pueda escuchar la voz de poetas extraordinarios, de forma libre e independiente de la maquinaria de las instituciones y de la gran industria cultural. Segundo, ha demostrado que es posible crear procesos de producción y logística cultural eficientes y de bajo coste: esos libritos maravillosos que Jaime, con la ayuda de Absurda Fábula y de los poetas, pone en nuestras manos cada mes, son una perfecta constatación de lo que es posible hacer con imaginación, ganas de tomarse la molestia, profesionalidad y capacidad de gestión. Y, tercero, ha creado la ocasión y el ámbito para que un amplio y heterogéneo grupo de personas que compartimos el interés por la cultura nos reunamos todos los meses. Se trata de una red que no deja de crecer, expandiéndose y creando nuevas conexiones entre sus miembros.

Me gusta pensar que las Hazversidades poéticas de Jaime Alejandre puedan ser el núcleo de cristalización alrededor del cual se construya una experiencia más amplia de producción cultural independiente. Se trata de que todos cuantos orbitamos alrededor de Libertad 8 contribuyamos con nuestras propias iniciativas, en un ejercicio de libertad con geometría variable, para poner a punto y hacer disponibles recursos y capacidades de expresión cultural. Que tengamos la voluntad de interactuar, de compartir, de ser cómplices en un experimento, dicho en términos botánicos, de fertilización cruzada. Que facilitemos canales para que no dejen de oírse las voces que tengan algo que decir.

¿Quién se encarga de ponerle alma y lenguaje a una tarea así? ¿Quién mantiene vivo y actuante ese clima de amistad bienhumorada, de hospitalaria inclusión, de respeto franco; esa fraternidad de las palabras que disfrutamos cada mes en Libertad 8? Los poetas, desde luego, con Jaime a la cabeza. De ellos brota el aliento ético y humanista que hace de la pluralidad de los hazversos algo que va mucho más allá del relativismo de un juego posmoderno.

No sé hasta dónde irá a parar esta asombrosa experiencia. Pero sé que estoy impaciente por que llegue el próximo día 8 para ir a escuhcar a los poetas.

http://hazversidadespoeticas.blogspot.com/



domingo, 26 de septiembre de 2010

Dioses y Gigantes en el Pergamonmuseum de Berlín


Tratar de hacerse una idea cabal del esplendor de la Antigüedad es una tarea condenada al fracaso. Afortunadamente, hay un puñado de lugares donde es posible experimentar durante un instante la intuición de lo que debió haber sido sentirse vivo en aquel tiempo: el Foro Romano, con sus ramilletes de flores frescas en la tumba de Julio César; la Acrópolis de Atenas cuando acaba de abrir sus puertas al amanecer; las calles desoladas, pobladas de ecos, en Pompeya. Pero, de todos los museos que conozco, sólo hay uno que puede incluirse en esa lista: el Pergamonmuseum de Berlín.

Me siento en un banco frente a la colosal escalinata, de veinte metros de altura, que conduce al santuario del Altar de Pérgamo. Estoy rodeado de los restos del friso de 115 metros de largo que un día lo circunvaló. En él está representada la gran batalla entre los dioses olímpicos y los Gigantes, con figuras de gran tamaño, de una fuerza dramática y una sofisticación artística asombrosas. Ahí está Hécate con sus tres cuerpos combatiendo a un gigante con piernas de serpiente. Y Leto, su madre, lanzando una antorcha al rostro de un adversario. Y Apolo defendiendo la verdad con su arco y sus flechas. Y Démeter, diosa de la tierra cultivada, e Iris, mensajera de los dioses. Y Hera, con los cuatro caballos representando a los cuatro vientos: Bóreas, Euro, Céfiro y Noto. Y Zeus combatiendo con sus rayos a tres gigantes, y Atenea, que sujeta por el pelo al gigante de dos alas Alcione, siendo laureada por Niké con la corona de la vistoria. Y mucho más.

Me pregunto qué sueño sembró en el corazón de Eumenes II, hacia el 170. a. C., el propósito de ordenar la construcción de una maravilla tan inabarcable como esta para celebrar el mito de la construcción de su ciudad por Télefo, hijo de Zeus. Pienso en la vasta incertidumbre ante la muerte que hace a los hombres aspirar a la posteridad grabando sus huellas en el corazón de la piedra.

Apenas tuve tiempo, antes de salir hacia el aeropuerto de Tegel, de echar un rápido vistazo a algunas de las otras maravillas que le hacen a uno quedar con la boca abierta de asombro: la puerta romana del mercado de Mileto, o la reconstrucción de la vía procesional y la puerta de Ishtar en Babilonia, con sus maravillosas figuras de leones representadas sobre azulejos esmaltados. Me prometo volver un día al Museo de Pérgamo para contar sus historias.

En el Pergamonmuseum (Berlín)
24 de septiembre de 2010











sábado, 18 de septiembre de 2010

Comentarios de los lectores sobre "El heredero de Tartessos" (III)


Por ese afán mío de tener las cosas en orden y, no nos engañemos, también por algo de vanidad de autor, relaciono a continuación los comentarios de los lectores de El heredero de Tartessos recibidos durante los últimos meses en este blog. Si sirven para que alguien lea el libro o mande sus impresiones, pues tanto mejor.

Todos los comentarios fueron respondidos en su momento. Ahora reitero mi gratitud a Silvia Sanz, Paloma Martín Martín, Emilio Solís, Manuel Ábrego, José Martín Aresti y Teodoro Kreckler. Un abrazo, amigos.


Silvia Sanz ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Bibliotecas públicas "made in USA"":

Hola Arturo, como te dije en la presentación que hiciste en Cedillo del Condado, he seguido los pasos de mi marido, gran aficionado a la lectura de novela histórica, que quedo cautivado con El Heredero de los Tartessos y lo he leído, yo que hasta ahora nunca la novela histórica había llamado mi atención, aun teniendo variedad de ejemplares a mi alcance y que hasta ahora había decidido ignorar, solo te diré que empecé el sábado a leerlo y anoche no podía dormir sin terminar de averiguar que ocurría con, Anglea, Gerion, Amilcar, etc. No solo me ha gustado sino que ha conseguido dejar en mí la necesidad de saber mas...te doy las gracias por haber hecho que en estos últimos días de vacaciones que me quedan haya disfrutado de ellos con una de las mejores compañías, tu libro.
19 agosto 2010.

Paloma Martín Martín ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Uclés y las coplas de Jorge Manrique":

Buenos días Arturo,

Soy Paloma Martín, la concejala del pueblecito de la Provincia de Toledo (Cedillo del Condado) al que acudiste muy amablemente junto con Alberto tu editor a presentar tu libro.Ese día, comente que cuando leyera el libro daría mi opinión, y eso es lo que quiero hacer. No se como empezar.

¡FANTASTICO! ¡EXTRAORDINARIO!He reído, he llorado, se me han puesto los pelos de punta, cada pagina que pasaba me enganchaba más y más, espero la segunda parte que seguro que será igual o incluso más interesante que la primera que ya es decir.

¡ENHORABUENA!No puedo terminar sin darte mi humilde opinión si me lo permites, cada página que leía me la imaginaba en la pantalla grande, que fabuloso sería convertirla en un guión de película, tengo la corazonada que sería un gran éxito en pantalla.

Espero que sigas escribiendo tan bien, por muchos, muchos años, que haces, que te metas dentro de tus personajes en sus historias.

Un saludo.

Paloma M.M. 6 agosto 2010.

Emilio Solís ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Uclés y las coplas de Jorge Manrique":

Arturo, he terminado tu novela y me ha encantado, de verdad. No soy lector de novelas. Lo intento cuando me recomiendan alguna, pero casi nunca me enganchan. En cambio la tuya, me interesó desde el principio, porque uno intuye las grandes cosas que van a ocurrir. Mucha aventura, muy entretenida y amena la lectura, magníficos personajes y, sobre todo, personajes que se describen a sí mismos haciendo cosas. Enhorabuena, Arturo, tienes talento, amigo.

Un abrazo. 21 julio 2010.

Manuel Ábrego ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Lectores y amigos en la Feria del Libro de Madrid":

Hola. Arturo, estuve en la Feria del Libro de Madrid y había oído hablar de tu libro pero, la verdad, no entraba en mis planes comprarlo. Me detuve en el stand donde firmabas y al final lo compré y me lo dedicaste diciendo (me imagino que como a todos), "si te gusta la historia, seguro que te va a encantar este libro". He de decirte que he disfrutado como hace años que no lo hacía y me dio pena que no tuviera muuuchas páginas más. Ánimo y a por el siguiente, que tienes otro lector incondicional más.

Un saludo cordial..

Manuel Ábrego 18 junio 2010

jose ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Arturo Gonzalo Aizpiri firma "El heredero de Tarte...":

Estimado Arturo:

- El día 30 de mayo tuve el gusto de conocerte y el acierto de comparte el libro. Normalmente, y más en el día del libro, suelo comprar a autores nuevos porque creo que es fundamental.

- Hoy he acabado el libro y te digo que me ha gustado mucho, y que espero que puesto que este lo acabaste en el 2006, ya tengas adelantada la continuación.

- Lo más aproximado en Novela histórica a tu libro que había leído ha sido: "Tartessos" de Maeso de la Torre y "Anibal" de Haeffs; este último, que lo aprecio bastante, me adelantó un poco el final del libro porque sabía por haberlo leído.

- comentarios directos a tu libro pueden ser:

1/ Que yo, como buen Vettón, he comido de pequeño bellotas y de adolescente lagartos que pillábamos en nuestras acampadas en los encinares de mi tierra; ambas degustaciones no por hambre si no porque nos decían que se comían.

2/ Que hace unos años viajé a Nepal, al valle del Lanthang, y vi con mis propios ojos el traslado de un cadáver para que se lo comieran las carroñeras del lugar; luego la familia, rompía los hueso y los enterraba.

3/ Sabía que la crucifixión era una forma de ejecución de Tiro. Los romanos lo adoptaron más tarde de Cartago, como bien explica tu personaje siracusiano.

4/ Lo de la honda y las hogazas me ha llamado la atención; también te diré que en una finca en mitad de la Vettonia (concretamente en Valdelazarza, Salamanca ), un día vi meter a un vaquero ocho piedras de diez intentos por la boca de un brocal de pozo a una distancia de unos cincuenta metros.

5/ Me llama la atención que emplees dos veces para dos Cartagineses el nombre de Gimialcon: es un pueblo de Ávila.

6/ Creía por haberlo leído en el "Conde Belisario" que los estribos los aportaron a las caballerías occidentales los escitas.

7/ Por último, leyendo la nota del autor, me alegra reencontrarme con Valeria. Estuve visitándola hace dos años y me sorprendió. Es una pena que el alcalde se dedique a poner una fuente tan hortera en la plaza mientras que el puente que hay abajo de la antigua Valeria queda entoñado por la vegetación.

- Decirte ya solo que si no conoces la zona castreña de Ciudad Rodrigo en Salamanca y quieres venir un día a conocer castros uno detrás de otro avísame, te los enseñaré con gusto; en una mañana se pueden visitar tranquilamente tres o cuatro si madrugas y te puedo asegurar que desgraciadamente no nos encontraremos con nadie.

- Me gusta de tu libro también que describes muy bien el bosque mediterráneo, así como momentos en la naturaleza que solo lo puede describir quienes se han mojado bajo tormentas y ha pasado frío durmiendo al raso.

- Bueno un abrazo, muchas gracias por los buenos momentos que me has dado leyendo el libro, por ampliar mis conocimientos y lo dicho, si estás interesado en esa zona de castros de arquitectura de la piedra, me ofrezco como guía.

Jose Martín Aresti. 14 junio 2010

Teodoro Kreckler de Buenos Aires ha dejado un nuevo comentario en su entrada "El heredero de Tartessos":

Apasionante tu libro Arturo! Lo devoré en tres días, saboreando cada página. Es un viaje de aventuras a un pasado remoto que posee excelentes ingredientes: la valiente resistencia de una ciudad ante el cruel invasor, el misterio de Tartessos y sus tesoros ocultos, el destino trascendente marcado por los dioses, Gerion y Anglea, la sabiduría y nobleza de los lideres Orisson y Meronio, los diferentes enfoques del joven e inteligente Anibal de Cartago con los de su padre Amilcar, tienen detalles que encantarán a cualquier lector. Tiene un estilo ameno, atrapante, a la vez, pulido y culto. Todo ello sumado al entusiasmo transmitido en cada personaje harán que esta obra, preparada con tanto esmero, sea admirada por muchos y, Dios dirá, quien sabe sirva para realizar, algún día, un magnífico film.
10 marzo 2010

martes, 7 de septiembre de 2010

Lope de Vega y el alcalde de Madrid



Siempre que tengo reuniones de trabajo por el centro, trato de despistarle a la jornada laboral unos minutos para pasear por el barrio de las Letras. Me gusta tomar la línea 1 del metro hasta Antón Martín y salir a la calle Amor de Dios. Subo por Huertas hasta la plaza del Ángel para tomar un café en el Central, escenario de tantas dulces noches de jazz; bajo por la calle del Prado hasta el Ateneo, subo por León hasta Cervantes, y camino por ésta hasta la esquina con la calle Quevedo.

Allí miro a mi alrededor y disfruto del ambiente del barrio, hecho de madrileños de siempre y de madrileños recién llegados. Es uno de los lugares más prodigiosos del mundo. Allí, en un radio de cien metros, vivieron simultáneamente Lope de Vega, Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo y Luis de Góngora. En el punto en el que estoy se encontraron mil veces; se detuvieron a cruzar palabras y saludos más o menos amistosos, en una concentración de talento humano probablemente sólo igualado en la Atenas de Pericles.

El domingo fuimos Ángela y yo a visitar la casa de Don Félix Lope de Vega y Carpio, en el número 11 de la calle Cervantes (Don Miguel vivió en el número 2, y por un dudoso orden de preeminencia basado en la fama percibida por nuestros munícipes, al Fénix de los Ingenios le ha correspondido como premio de consolación bautizar la calle paralela, la del convento de las Trinitarias). La casa de Lope nos causó una honda emoción: el estudio donde escribió muchas de sus obras, su biblioteca, la cama donde murió. A modo de homenaje leímos uno de sus sonetos entre las frondas del jardín. Pero es triste este museo, precario y pueblerino. Uno se da una vuelta guiada de media hora y adiós muy buenas; no hay ni una librería para comprar alguna de las obras del genio. Nada. Y qué decir del lugar donde vivió Cervantes, rodeado de cubos de basura y de pintadas (la última foto que acompaña a este texto es del portal contiguo), o del lugar donde se levantó el edifico donde vivieron Quevedo y Góngora, propiedad del primero, señalado sólo por unas líneas grabadas con letras de metal en el pavimento.

En Francia, el Reino Unido o Alemania, disponer de un privilegio asombroso como éste hubiera hecho al barrio merecedor de ser convertido en un lugar de peregrinación. Habría centros de visitantes, rutas guiadas, librerías con las obras del Siglo de Oro en todos los idiomas, actores declamando fragmentos de aquella literatura maravillosa. Pero esto es Madrid, donde los alcaldes disputan una competición en la que sólo dan puntos esas obras públicas de pesadilla que nos impiden a los madrileños conciliar el sueño por las noches. Para qué aplicar la manguera y la escoba cuando es mucho más rentable aplicar el martillo neumático. Para qué aplicar la imaginación cuando es mucho más rentable tomarnos por tontos.

¿Habrá algún alcalde que comprenda que Madrid es la capital literaria olvidada del mundo? ¿Algún alcalde que se decida a combatir las pintadas que envilecen nuestro paisaje urbano, algún alcalde que entienda que aquellos grandes hombres fueron nuestros conciudadanos más universales, y más nuestros? Conozco lo suficiente a Jaime Lissavetzky como para pensar que él puede ser ese alcalde. Ánimo y suerte, Jaime.

Pero si me embarco hoy en esta digresión es para que se comprenda cabalmente por qué nos gustó tanto ir el viernes a ver la película Lope. He oído ya opiniones para todos los gustos. Voces cuyo criterio respeto más o menos se han apresurado a poner de manifiesto las limitaciones, los contras, los errores, las penumbras. Todo ello muy nuestro. Es España un país en el que, ante la duda, se prefiere criticar a pasar por simples; hay quien piensa que nada es tan sofisticado como aplicar el soplete de acetileno a la creación ajena. Me encantó, nos encantó Lope, porque, más allá de las eruditas exégesis de los méritos cinematográficos de la película, permite que quien nunca los conoció escuche en la pantalla versos maravillosos. Tal vez haya quien, como nosotros, busque después el soneto que sigue para aprenderlo de memoria. Disfrutadlo.

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño,
esto es amor, quien lo probó lo sabe.











miércoles, 1 de septiembre de 2010

Abrazos para la eternidad (Los amantes etruscos del Museum of Fine Arts de Boston)


Durante nuestro viaje estival por la costa Este de EEUU, tuvimos la fortuna de pasar algunos días en Boston, Massachusetts. Es un lugar muy recomendable por muchas razones: un hermoso paisaje urbano; célebres centros de conocimiento como la Universidad de Harvard y el MIT; un ambiente al mismo tiempo distendido y elegante, como un Nueva York más pequeño, menos caótico y más europeo; numerosas huellas de la época colonial y la Guerra Revolucionaria (como allí llaman a la guerra de independencia contra la Corona Británica); y un entorno con atractivos como Cape Cod, una península irresistible para los amantes de las playas y la naturaleza.

Y Boston dispone, además, de uno de los grandes museos de arte y arqueología de EEUU: el Boston Museum of Fine Arts (http://www.mfa.org/). Si vais por allí, no dejéis de hacerle una visita. Debo decir que yo mismo quedé sorprendido, porque el nombre de “museo de bellas artes” me había hecho pensar que el arte antiguo y la arqueología tendrían en él una presencia marginal, pero me equivoqué por completo. Tiene magníficas colecciones de arte griego, romano, etrusco, nubio, egipcio y del antiguo Oriente Próximo; a ésta última se accede pasando sobre un mapa de la zona representado en los azulejos del suelo.

Me impresionaron particularmente piezas (ved las fotos más abajo) como el “mosaico marino” romano (200 – 230 d. C.), el sarcófago romano de mármol representando el triunfo de Dionisos (215 – 225 d. C.), la copa ateniense de cerámica con forma de cabeza de asno (aprox. 480 a. C.), la orfebrería de Grecia oriental, y la asombrosa copa de plata hitita, de casi 3.500 años de antigüedad, en forma de puño, relacionada con rituales del culto del dios de los fenómenos meteorológicos, Tarhuna. Me dejó asombrado que una cultura tan poco conocida como la hitita pudiera producir objetos tan sofisticados en el 1.400 a. C.

Pero nada nos conmovió tanto como la sala etrusca. Toda ella es magnífica, con numerosas estatuillas, vasijas y espejos, y joyas como la urna cineraria de Fastia Velsi, hallada en Chiusi. Junto a la entrada de la sala reposan dos grandes sarcófagos de piedra volcánica procedentes de Vulci, fechados a finales del s. IV o principios del III a. C. En la losa de piedra que le sirve de cubierta a cada uno de ellos está representada una pareja de esposos o amantes. La mujer y el hombre se miran a los ojos y se abrazan con ternura; una única sábana cubre sus cuerpos, como si hubieran tomado todas las precauciones posibles para mantenerse unidos toda la eternidad. En ninguna otra cultura antigua (y acaso tampoco moderna) he visto esculturas funerarias que celebren de ese modo, y de un modo tan sereno y respetuoso, el amor entre esposos. Es algo hermoso y reconfortante.

Merecería la pena una visita a Boston aunque sólo fuera para observar en la penumbra de la sala etrusca los abrazos de piedra para la eternidad de los amantes del Museum of Fine Arts.

miércoles, 25 de agosto de 2010

¡Salvemos Lancia, todas las Lancias!


Leo hoy en el diario El País que el trazado de la futura autovía León-Valladolid, a su paso por el término municipal de Villasabariego (León), abre un surco de 40 metros de ancho por el yacimiento arqueológico de la antigua ciudad astur-romana de Lancia. Las apresuradas excavaciones que preceden, a modo de desbrozadora arqueológica, a las legiones mecánicas de la obra pública, han hallado una necrópolis, un tramo de calzada romana, edificaciones (entre ellas unas posibles termás), etc. Vaya por Dios, una vez más el patrimonio arqueológico en conflicto con la movilidad.


Busco en esa maravilla de la democracia cultural que es Wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Lancia_(ciudad)) y descubro que Lancia fue la más importante de las ciudades de los astures, y que su conquista por el general romano Carisio en el 25 a. C. obligó a los astures a refugiarse en las montañas. Carisio decidió convertir la ciudad en monumento a la victoria romana, y ésta llegó a conocer cierta prosperidad hasta su abandono en el s. IV d. C.. El lugar fue declarado Bien de Interés Cultural en 1994, y ha permitido sacar a la luz piezas tan admirables como la fíbula celtíbera de bronce cuya fotografía encabeza este texto.


No seré yo quien niegue la importancia de la obra pública, ni la necesidad de esta autovía. Por supuesto que todo se ha hecho impecablemente, y que el trazado es el mejor posible; conozco bien el proceso por las responsabilidades que yo mismo he tenido en temas ambientales en otras épocas, y que bien pudieran haber tenido como objeto este mismo proyecto. Pero me gustaría que todo este revuelo sirviera para llamar la atención sobre la importancia de esta pieza de nuestro patrimonio arqueológico, y que la ciudad astur de Lancia alcance el mayor nivel de protección posible. Que no sea necesaria una autovía para rescatar del olvido tantas huellas de nuestra historia antigua que languidecen en todos los rincones de España.

¡Salvemos Lancia, todas las Lancias!

miércoles, 18 de agosto de 2010

Bibliotecas públicas "made in USA"



Este verano hemos visitado, enlazando las vacaciones con un viaje de trabajo, algunas ciudades de la costa Este de EEUU, y hemos tenido oportunidad de descubrir cosas interesantes que merecen encontrar su sitio en este blog.

Vaya, en primer lugar, un homenaje a las bibliotecas públicas de ese país. Es un lugar común en nuestra vieja Europa subestimar la atención de que la cultura es objeto en Estados Unidos, como si el hecho de carecer de una Historia y, por tanto, de una Cultura, milenarias, hicieran tomar allí tales cosas con poco aprecio. Y como no hay nada más saludable intelectualmente que poner a prueba las ideas preconcebidas, hemos decidido visitar, a modo de prueba empírica, las bibliotecas públicas de las ciudades del recorrido: Washington D. C., Boston, Nueva York y East Hampton, en Long Island.

Y hemos comprobado que todas ellas son sensacionales, y hacen gala de envidiables récords. La Biblioteca del Congreso de Washington D. C. (http://www.loc.gov/index.html) es la mayor del mundo, y no deja de ser llamativo (y aleccionador) que cuando la capitalidad de los recién creados EEUU se trasladó a esta ciudad, los Congresistas reclamaran que se les dotara de una biblioteca. La Boston Public Library (http://www.bpl.org/) se convirtió en 1848 en la primera biblioteca pública gratuita del mundo (y está decorada, por cierto, con espléndidos frescos de Sargent). Y qué decir de la maravillosa New York Public Library (http://www.nypl.org/), en la esquina de la calle 42 con la Quinta Avenida, que cuando se inauguró en 1911 contaba ya con más de un millón de libros.

Tal vez lo más extraordinario de ellas sea la libertad con que se accede y se hace uso de todo tipo de servicios. No hace falta falta ningún tipo de carnet: todo está abierto al uso y disfrute de los visitantes (excepto la sala de lectura de la Library of Congress, sólo para investigadores). En la página Web de la NYPL se lee: Virtually all of the Library's many collections and services are freely available to all comers. In fact, the Library has but one criterion for admission: curiosity. Qué maravilla: la curiosidad como único criterio de admisión.

Sentado en la sala de lectura Rose de la NYPL (cuya foto encabeza esta entrada; debo decir que es la única que no es nuestra) me admiré de que estas grandes instituciones culturales estén sostenidas en gran parte por la filantropía privada. Y que transmitan tanto respeto por el ciudadano y el lector. En East Hampton, una localidad de vacaciones en Long Island, dimos por casualidad con la biblioteca pública, una pequeña joya con más de un siglo de historia (http://www.easthamptonlibrary.org/). Para asombro nuestro salió a saludarnos Dennis Fabiszak, el Director. Nos invitó a disfrutar de la biblioteca y a pedirle cualquier cosa que necesitáramos. Hubiéramos deseado quedarnos durante muchas horas haciendo uso de su ofrecimiento.

Vaya desde aquí nuestra gratitud.