Durante las guerras entre César y Pompeyo, en
el siglo I a. C., uno de los principales teatros de operaciones fue Hispania, y
numerosas ciudades ibéricas sufrieron las consecuencias. Fue el caso del oppidum turdetano de Osuna, en Sevilla, cuya muralla fue
reforzada durante el conflicto, ocultándose sillares decorados en su zona
interior.
Algunos de sus sillares se exhiben hoy en el Museo
Arqueológico Nacional, y probablemente pertenecieron a monumentos funerarios.
Hay relieves extraordinarios, como los que representan un combate entre dos
guerreros con grandes escudos, falcatas y cascos de cuero con cimera,
acompañados por músicos en procesión; o el del beso de despedida entre dos
amantes. Sin duda representan una de las cimas del arte ibérico, y algunos de
sus más conocidos iconos.
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