El toro de Porcuna es un magnífico ejemplo del llamado periodo orientalizante del arte ibérico. Con sus grandes ojos almendrados y la ornamentación lanceolada en sus cuartos delanteros transmite una impresión exótica y misteriosa. La peripecia de su descubrimiento en los momentos más crudos de nuestra posguerra retrata la terrible incuria de la España de la época.
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