Hace tiempo, desde que comencé a leer sus Episodios Nacionales, que tengo a Benito Pérez Galdós por una de las personas que más ecuánime y cabalmente ha comprendido y explicado la poliédrica alma española. A lo largo de sus muchas páginas don Benito va pasando revista a las gentes de todos los territorios y grupos sociales y políticos de España con una lente hecha de espíritu crítico, anhelo de libertad y progreso y mucho ánimo de convivencia.
http://www.arturogonzaloaizpiri.blogspot.com.es/2009/12/la-segunda-casaca-y-los-episodios.html
Ando ahora terminando ya casi la Tercera Serie, recién leído Los Ayacuchos. Estamos en 1842, cuando la regencia de Espartero toma una deriva autoritaria que provoca una serie de levantamientos "republicanistas" en diversos lugares de España. Entre ellos destaca Barcelona. El 13 de noviembre estalla una insurrección contra el propósito del Gobierno de firmar un tratado librecambista con Gran Bretaña que hubiera puesto en peligro a la incipiente industria textil barcelonesa. La Junta de los sublevados, presidida por Juan Manuel Carsy hace público un manifiesto reclamando Unión entre todos los liberales. Abajo Espartero y su gobierno. Cortes constituyentes. En caso de regencia, más de uno; en caso de enlace de la reina Isabel 2ª, con español. Justicia y protección a la industria nacional.
Dice Fernando Calpena:
Me tranquiliza, no obstante, la confianza en el pueblo catalán, cuyas virtudes conozco. Es bravísimo si le hostilizan sin razón, fácil a la concordia si se consigue herir la cuerda del sentimiento fraternal, que en él existe, aunque está bastante honda. Es apacible en su casa, en el común trato sincero y rudo, buen amigo, mal enemigo, amante si le aman, fiero si le aborrecen... El peligro que corremos hoy los que estamos bajo la férula del pueblo barcelonés y de la Juntita que a estas horas se forma, es que se injieran en su seno los perdidos vividores que ordinariamente están al acecho de estas situaciones irregulares para desvirtuarlas y corromperlas.
Espartero ordena al general Van Halen terminar con la sublevación. Van Halen pierde el control de las calles y se retira a la Ciudadela y al castillo de Montjuich, desde comienza a bombardear a los insurrectos.
En el hospital de la Puerta del Mar, uno de los heridos clama:
Mes li ha de costá trevall posar a ratlla al poble catalá... Que torni per un altra!... Avans mori qu'ésser esclaus d'un castellá que no sab ahont te l'cap.
En fin, no se le busque a esto otro propósito que el de escuchar a Galdós, que siempre merece al pena. Él conoce muy bien adónde han conducido siempre las espirales de fundamentalismo en la historia de España (y, por cierto, en la de todas partes). Y Galdós, como debiéramos hacer todos, siempre busca ponerse en el lugar de los demás como paso previo en la búsqueda de la concordia.
Me tranquiliza, no obstante, la confianza en el pueblo catalán, cuyas virtudes conozco. Es bravísimo si le hostilizan sin razón, fácil a la concordia si se consigue herir la cuerda del sentimiento fraternal, que en él existe, aunque está bastante honda. Es apacible en su casa, en el común trato sincero y rudo, buen amigo, mal enemigo, amante si le aman, fiero si le aborrecen... El peligro que corremos hoy los que estamos bajo la férula del pueblo barcelonés y de la Juntita que a estas horas se forma, es que se injieran en su seno los perdidos vividores que ordinariamente están al acecho de estas situaciones irregulares para desvirtuarlas y corromperlas.
Espartero ordena al general Van Halen terminar con la sublevación. Van Halen pierde el control de las calles y se retira a la Ciudadela y al castillo de Montjuich, desde comienza a bombardear a los insurrectos.
En el hospital de la Puerta del Mar, uno de los heridos clama:
Mes li ha de costá trevall posar a ratlla al poble catalá... Que torni per un altra!... Avans mori qu'ésser esclaus d'un castellá que no sab ahont te l'cap.
En fin, no se le busque a esto otro propósito que el de escuchar a Galdós, que siempre merece al pena. Él conoce muy bien adónde han conducido siempre las espirales de fundamentalismo en la historia de España (y, por cierto, en la de todas partes). Y Galdós, como debiéramos hacer todos, siempre busca ponerse en el lugar de los demás como paso previo en la búsqueda de la concordia.
Pues que decir de Galdós, que no hayamos dicho ya. Me pondría ya con este libro, si no fuera porque antes tengo que acabar las dos primeras series. Y estoy de acuerdo con la descripción de Calpena.
ResponderEliminarGracias Hagakure, Galdós nunca defrauda. Un abrazo de Madrid a Barcelona.
ResponderEliminarThanks for sharing your thoughts and ideas on this one. Please keep posting about such articles as they really spread useful information.Thanks for this particular sharing:)
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