Aunque hay en el castro vettón de Yecla la Vieja (Yecla de Yeltes, Salamanca) algunos
restos datables en la Edad del Bronce, los 1,7 Km de perímetro amurallado,
cerrando una superficie de 5 Has con cuatro puertas y un portillo, se
construyeron por sus habitantes vettones en distintas etapas a lo largo de la
Edad del Hierro. El castro tuvo después una intensa vida en época romana y
tardorromana, entrando en decadencia con los visigodos.
También a la época vettona
pertenece el rasgo más distintivo de Yecla la Vieja: la aparición, en numerosos
sillares de la muralla y canchales de granito exentos, de más de un centenar de
insculturas representando símbolos y animales diversos. Hay un asno, un gato,
dos cánidos, una serpiente, dos jabalíes, un toro... Pero sobre todo hay
caballos, docenas de ellos, aislados o en escenas de grupo, con y -sobre todo-
sin jinetes. Abundan en el entorno de las puertas y en puntos singulares como
el de la ribera del arroyo Varlaña en que se halla el canchal llamado «de los Siete
infantes de Lara», que muestra otros tantos caballos sin jinetes. Al parecer,
la imaginación popular vincula el lugar con los legendarios hijos de Gonzalo
Gustioz y Doña Sancha, e incluso sugiere que estos estén enterrados bajo la
roca, pasando por alto el hecho de que nuestros vettones dejaron su testimonio
en el granito con doce o trece siglos de antelación.
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