Julio Castelló es uno de esos poetas que nos brinda su obra con cuentagotas. Tal vez sea una cuestión de intensidad: su obra poética es tan impactante y abrasiva, está tan colmada de hallazgos, que parece ser preciso que nos sea administrada en dosis espaciadas para evitar el riesgo de deslumbramiento en ciertos rincones del alma.
Yo opino que bienvenido sea el deslumbramiento, que qué sería la vida sin esos poetas que nos hurgan por todas partes con sus palabras de dedos curiosos y afilados, pero quede eso para otro momento. Porque ahora nos llega una nueva obra de Julio, y es un libro como para hacer que la espera desde el último haya merecido la pena. Yosotros es un libro de poesía y parece tener aliento de otra cosa al mismo tiempo: se diría que late en él un aire insurrecto, primigenio, fundacional. Se diría que, sin proponérselo, expande la frontera de la poesía a territorios aún ignotos. Por eso no podía encontrar mejor colección para publicarse que Intravagantes.
Leo en las notas que he preparado para la presentación: Su lectura deja sin aliento: entre los dedos de Julio el lenguaje es como una arcilla hecha de un material desconocido para casi todos los demás. Su auténtico valor empieza allí donde los espejismos del poeta se hacen más ajenos, más esquivos; donde tan sólo nos redime la posesión común de un puñado de vocales y con-sonantes y un inexplicable aliento de humanidad de largo recorrido.
Él me responde con más precisión:
Escribo para no inventarme un dios
que me adormezca las horas.
No os lo perdáis. Os esperamos en el café Libertad 8 el viernes 6 de junio, a las 19:30.
Gracias, Arturo. Por el largo aliento...
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