Este verano hemos visitado, enlazando las vacaciones con un viaje de trabajo, algunas ciudades de la costa Este de EEUU, y hemos tenido oportunidad de descubrir cosas interesantes que merecen encontrar su sitio en este blog.
Vaya, en primer lugar, un homenaje a las bibliotecas públicas de ese país. Es un lugar común en nuestra vieja Europa subestimar la atención de que la cultura es objeto en Estados Unidos, como si el hecho de carecer de una Historia y, por tanto, de una Cultura, milenarias, hicieran tomar allí tales cosas con poco aprecio. Y como no hay nada más saludable intelectualmente que poner a prueba las ideas preconcebidas, hemos decidido visitar, a modo de prueba empírica, las bibliotecas públicas de las ciudades del recorrido: Washington D. C., Boston, Nueva York y East Hampton, en Long Island.
Y hemos comprobado que todas ellas son sensacionales, y hacen gala de envidiables récords. La Biblioteca del Congreso de Washington D. C. (http://www.loc.gov/index.html) es la mayor del mundo, y no deja de ser llamativo (y aleccionador) que cuando la capitalidad de los recién creados EEUU se trasladó a esta ciudad, los Congresistas reclamaran que se les dotara de una biblioteca. La Boston Public Library (http://www.bpl.org/) se convirtió en 1848 en la primera biblioteca pública gratuita del mundo (y está decorada, por cierto, con espléndidos frescos de Sargent). Y qué decir de la maravillosa New York Public Library (http://www.nypl.org/), en la esquina de la calle 42 con la Quinta Avenida, que cuando se inauguró en 1911 contaba ya con más de un millón de libros.
Tal vez lo más extraordinario de ellas sea la libertad con que se accede y se hace uso de todo tipo de servicios. No hace falta falta ningún tipo de carnet: todo está abierto al uso y disfrute de los visitantes (excepto la sala de lectura de la Library of Congress, sólo para investigadores). En la página Web de la NYPL se lee: Virtually all of the Library's many collections and services are freely available to all comers. In fact, the Library has but one criterion for admission: curiosity. Qué maravilla: la curiosidad como único criterio de admisión.
Sentado en la sala de lectura Rose de la NYPL (cuya foto encabeza esta entrada; debo decir que es la única que no es nuestra) me admiré de que estas grandes instituciones culturales estén sostenidas en gran parte por la filantropía privada. Y que transmitan tanto respeto por el ciudadano y el lector. En East Hampton, una localidad de vacaciones en Long Island, dimos por casualidad con la biblioteca pública, una pequeña joya con más de un siglo de historia (http://www.easthamptonlibrary.org/). Para asombro nuestro salió a saludarnos Dennis Fabiszak, el Director. Nos invitó a disfrutar de la biblioteca y a pedirle cualquier cosa que necesitáramos. Hubiéramos deseado quedarnos durante muchas horas haciendo uso de su ofrecimiento.
Vaya desde aquí nuestra gratitud.
Vaya, Arturo, menudas joyitas nos enseñas para ponernos los dientes largos...Yo sólo conozco la NYPL, estupenda, pero las otras no he tenido el placer. En fin, que muy bien, unas fotos preciosas y me alegro de saber algo de ti. Un abrazo,
ResponderEliminarQué entrada tan útil e ilustrativa, Arturo, me anoto EN MI CUADERNO una visita a esas bibliotecas tan maravilosas en las que el único requisito exigido es la curiosidad. Como lo cumplo, y las bibliotecas me inspiran otros sentimientos igualmente positivos, me dejarán pasar con suma diligencia.
ResponderEliminarHay que añadir además que esos edificios debieron dejaros extasiados, ¡qué impresionantes!
Es genial la foto de las lamparitas verdes, me transporta a las películas de Indiana Jones, no sé por qué :)
Besos a los dos.
¡Hola, Ario y María! Una maravilla, esto de las bibliotecas. Creo que voy a abrir una sección fija en este blog dedicada al tema. Y otra a cafés literarios, por cierto, que estoy aprovechando estos días de agosto para disfrutar de mi Madrid del alma y tenemos auténticas joyas.
ResponderEliminarRazón tienes con lo de las lamparitas, María. Yo creo que es el aire de las universidades americanas de principios del siglo pasado. O, tal vez, por el sombrero que está sobre la mesa (¡aunque falta el látigo!)
Y además de visitar las Biblios, ya he visto que te has venido con un cargamento de libros. Muy aprovechada tu estancia allí.
ResponderEliminarAh, la curiosidad, la primera de las fuentes de placer. Y yo diría que una virtud cardinal. Preciosas las dos últimas fotos... ¡Qué ganas de verlas todas!
ResponderEliminar¡Cuando uno se va tan lejos hay que aprovechar!
ResponderEliminarPues te están esperando, Julio. Qué bueno lo de la curiosidad, ¿verdad? Sería un buen lema para el blog: "This blog has but one criterion for admission: curiosity".
ResponderEliminarHola Arturo, como te dije en la presentación que hiciste en Cedillo del Condado, he seguido los pasos de mi marido, gran aficionado a la lectura de novela historica, que quedo cautivado con El Heredero de los Tartessos y lo he leido, yo que hasta ahora nunca la novela historica habia llamado mi atención, aun teniendo variedad de ejemplares a mi alcance y que hasta ahora habia decidido ignorar, solo te dire que empece el sabado a leerlo y anoche no podia dormir sin terminar de averiguar que ocurria con, Anglea, Gerion, Amilcar, etc. No solo me ha gustado sino que ha conseguido dejar en mi la necesidad de saber mas...te doy las gracias por haber hecho que en estos ultimos dias de vacaciones que me quedan haya disfrutado de ellos con una de las mejores compañias, tu libro.
ResponderEliminarquerido Arturo, como anillo (tolkeniano... "mi tesooorooo") al dedo nos viene tu última y preciosa entrada. Dentro de una semana nos vamos con las niñas a Washington y Nueva York y seguro que recalaremos en estos bellos templos de humanidad. Para quien no concibe su vida, la mía, sin los libros, una biblioteca es la más digna empresa de los hombres... Abrazos, Al Aurans.
ResponderEliminarPedazo de viaje, Arturo. ¡Qué envidia! Desde que hace unos años escribí una novela que transcurría en EEUU, ha crecido en mí unas ansias enormes de visitar tierras americanas. Y qué maravillosa leyenda la que reza en la NYPL. Ojalá se le diera más valor a, seguramente, la mejor cualidad del ser humano: la curiosidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Hola Silvia! La gente de Cedillo sois fantásticos, os estoy muy agradecido por lo bien que lo pasamos allí durante la presentación del libro, y por vuestras visitas al blog. Tus comentarios me hacen muy feliz: el saber que has disfrutado de tus últimos días de vacaciones con el libro, y que ha servido para que te introduzcas en el género de la novela histórica, es algo magnífico. Espero que sigamos en contacto, aquí, en Cedillo, o donde nos reúna el azar.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Querido Al Aurans, preparaos a disfrutar de lo lindo. Me encantaría ver la expresión de las niñas cuando entren en la sala Rose de la NYPL. En la Library of Congress, no dejéis de visitar la colección que vendió a la institución el presidente Thomas Jefferson. Una frase suya de 1815 es uno de los lemas de la biblioteca: "I cannot live without books". Te/nos encaja también como anillo al dedo.
ResponderEliminarAbrazos y muy buen viaje.
Hola, Javier, saludos estivales. Como dices, la curiosidad es una extraordinaria cualidad del ser humano. Y es, además, el mayor estímulo para los viajes. Así que no me cabe duda de que mientras mantengamos intacta la curiosidad iremos haciendo realidad todos los viajes que anhelamos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Gracias Arturo, un post encantador. me encanta saber que el único requisito sea la curiosidad. Por otra parte la curiosidad es una de las claves de la evolución. No seríamos nada si alguien no hubiese tenido curiosidad en un momento dado.
ResponderEliminargracias
Hola, Miguel, ¿ya de vuelta? Tienes toda la razón: la curiosidad es una de las claves de la evolución. Y de sentirse vivo. Un abrazo.
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