miércoles, 25 de agosto de 2010

¡Salvemos Lancia, todas las Lancias!


Leo hoy en el diario El País que el trazado de la futura autovía León-Valladolid, a su paso por el término municipal de Villasabariego (León), abre un surco de 40 metros de ancho por el yacimiento arqueológico de la antigua ciudad astur-romana de Lancia. Las apresuradas excavaciones que preceden, a modo de desbrozadora arqueológica, a las legiones mecánicas de la obra pública, han hallado una necrópolis, un tramo de calzada romana, edificaciones (entre ellas unas posibles termás), etc. Vaya por Dios, una vez más el patrimonio arqueológico en conflicto con la movilidad.


Busco en esa maravilla de la democracia cultural que es Wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Lancia_(ciudad)) y descubro que Lancia fue la más importante de las ciudades de los astures, y que su conquista por el general romano Carisio en el 25 a. C. obligó a los astures a refugiarse en las montañas. Carisio decidió convertir la ciudad en monumento a la victoria romana, y ésta llegó a conocer cierta prosperidad hasta su abandono en el s. IV d. C.. El lugar fue declarado Bien de Interés Cultural en 1994, y ha permitido sacar a la luz piezas tan admirables como la fíbula celtíbera de bronce cuya fotografía encabeza este texto.


No seré yo quien niegue la importancia de la obra pública, ni la necesidad de esta autovía. Por supuesto que todo se ha hecho impecablemente, y que el trazado es el mejor posible; conozco bien el proceso por las responsabilidades que yo mismo he tenido en temas ambientales en otras épocas, y que bien pudieran haber tenido como objeto este mismo proyecto. Pero me gustaría que todo este revuelo sirviera para llamar la atención sobre la importancia de esta pieza de nuestro patrimonio arqueológico, y que la ciudad astur de Lancia alcance el mayor nivel de protección posible. Que no sea necesaria una autovía para rescatar del olvido tantas huellas de nuestra historia antigua que languidecen en todos los rincones de España.

¡Salvemos Lancia, todas las Lancias!

miércoles, 18 de agosto de 2010

Bibliotecas públicas "made in USA"



Este verano hemos visitado, enlazando las vacaciones con un viaje de trabajo, algunas ciudades de la costa Este de EEUU, y hemos tenido oportunidad de descubrir cosas interesantes que merecen encontrar su sitio en este blog.

Vaya, en primer lugar, un homenaje a las bibliotecas públicas de ese país. Es un lugar común en nuestra vieja Europa subestimar la atención de que la cultura es objeto en Estados Unidos, como si el hecho de carecer de una Historia y, por tanto, de una Cultura, milenarias, hicieran tomar allí tales cosas con poco aprecio. Y como no hay nada más saludable intelectualmente que poner a prueba las ideas preconcebidas, hemos decidido visitar, a modo de prueba empírica, las bibliotecas públicas de las ciudades del recorrido: Washington D. C., Boston, Nueva York y East Hampton, en Long Island.

Y hemos comprobado que todas ellas son sensacionales, y hacen gala de envidiables récords. La Biblioteca del Congreso de Washington D. C. (http://www.loc.gov/index.html) es la mayor del mundo, y no deja de ser llamativo (y aleccionador) que cuando la capitalidad de los recién creados EEUU se trasladó a esta ciudad, los Congresistas reclamaran que se les dotara de una biblioteca. La Boston Public Library (http://www.bpl.org/) se convirtió en 1848 en la primera biblioteca pública gratuita del mundo (y está decorada, por cierto, con espléndidos frescos de Sargent). Y qué decir de la maravillosa New York Public Library (http://www.nypl.org/), en la esquina de la calle 42 con la Quinta Avenida, que cuando se inauguró en 1911 contaba ya con más de un millón de libros.

Tal vez lo más extraordinario de ellas sea la libertad con que se accede y se hace uso de todo tipo de servicios. No hace falta falta ningún tipo de carnet: todo está abierto al uso y disfrute de los visitantes (excepto la sala de lectura de la Library of Congress, sólo para investigadores). En la página Web de la NYPL se lee: Virtually all of the Library's many collections and services are freely available to all comers. In fact, the Library has but one criterion for admission: curiosity. Qué maravilla: la curiosidad como único criterio de admisión.

Sentado en la sala de lectura Rose de la NYPL (cuya foto encabeza esta entrada; debo decir que es la única que no es nuestra) me admiré de que estas grandes instituciones culturales estén sostenidas en gran parte por la filantropía privada. Y que transmitan tanto respeto por el ciudadano y el lector. En East Hampton, una localidad de vacaciones en Long Island, dimos por casualidad con la biblioteca pública, una pequeña joya con más de un siglo de historia (http://www.easthamptonlibrary.org/). Para asombro nuestro salió a saludarnos Dennis Fabiszak, el Director. Nos invitó a disfrutar de la biblioteca y a pedirle cualquier cosa que necesitáramos. Hubiéramos deseado quedarnos durante muchas horas haciendo uso de su ofrecimiento.

Vaya desde aquí nuestra gratitud.